La promoción y posterior desarrollo del centro la lleva a cabo la Fundación Botín que eligió encargar su diseño y construcción a Renzo Piano, arquitecto italiano con obras en casi todo el mundo, entre ellos la torre Sharp en Londres, el edificio del New York Times en Manhattan o el Palacio de justicia en Paris, pero sobre todos hay que destacar el centro Pompidou de Paris con el que comenzó su andadura, ganando en 1992 el premio Pritzker de arquitectura. Su estudio RPBW, siglas de Renzo Piano Building Workshop trabajó en este proyecto junto a Luis Vidal+arquitectos.
El edificio está situado en un lugar privilegiado, en el centro de la ciudad, más concretamente en el muelle de Albareda teniendo de limite por un lado los jardines de Pereda y por el otro el mar, enmarcado en su preciosa bahía.
La estructura destaca por su ligereza basada en el acero y el cristal que le dota de gran luminosidad. El voladizo sobre el mar se eleva cuatro metros sobre soportes de acero, la misma altura que las ramas de los arboles de los jardines. A partir de ahí los volúmenes del edificio alcanzan los veintidós metros, igual que las copas de los árboles. La elevación permite contemplar en profundidad el paisaje y seguir disfrutando de las vistas de la bahía.
El Centro tiene en su conjunto una superficie construida de 8.739 metros cuadrados, repartidos en dos volúmenes de formas redondeadas, este y oeste, unidos entre sí por una pasarela que crea una plaza pública en el primer nivel denominada Pachinko. Situada a 7 metros de altura, su objetivo es distribuir el flujo de visitantes y sobre todo de servir de punto de encuentro y de reunión, su nombre se debe a una máquina de pinball japonesa. Aquí el arquitecto hace una evocación a su obra del Centro Pompidou donde una plaza anexa al edificio es un referente para los parisinos.
El acceso oeste esta dedicado a las exposiciones de arte con dos salas en dos niveles que suman 2.500 metros cuadrados, con una altura de 5 metros cada una. Las salas son completamente diáfanas, lo que permite modular el espacio para adecuarlo a las condiciones de cada muestra artística. La planta superior se ilumina de forma cenital mediante un techo de vidrio que consta de cuatro capas; un nivel exterior compuesto por pequeñas tablillas de vidrio serigrafiado que evitan que la luz entre directamente en la galería, una segunda capa de doble acristalamiento que sella la galería, una tercera capa que consta de pequeñas persianas de aluminio controladas automáticamente y por último bajo las vigas principales una tela semi-transparente que crea un espacio uniforme y difunde la luz, revelando la compleja estructura del techo. En la fachada lateral de esta parte del edificio orientada al oeste del parque hay instalada una pantalla para proyecciones al aire libre que cuenta además con un anfiteatro utilizado como cine, teatro o conciertos. En la planta baja con una fachada totalmente transparente dispone de una cafetería-restaurante, un área comercial y otra zona de información.
El módulo situado al este, dedicado a las actividades
culturales y formativas cuenta con un auditorio con capacidad para 300 personas
de 255 metros cuadrados y 7,5 metros de altura en dos niveles, donde se
realizan actuaciones musicales, teatrales o conferencias con un escenario que
permite contemplar en su fondo el paso de los barcos por la bahía. En esta
parte también se realizan talleres educativos en espacios diseñados con la
máxima flexibilidad para adaptarse a múltiples actividades. En la cubierta
superior hay una terraza desde la que se tienen unas vistas panorámicas únicas
de 360 grados de todo el entorno. Bajo el vientre de esta parte del edificio
queda una zona cubierta al aire libre que hace también las funciones de plaza.
Destaca la fachada cubierta por 280.000 piezas de cerámica que captan la luz del mar y del cielo convirtiéndola en un reflejo iridiscente. Es interesante explorar el centro y acercarse a su trampolín de 9 metros de largo que sobrevuela el cantil en voladizo sobre el mar y permite a los visitantes contemplar la bahía desde un lugar privilegiado.
Los trabajos de construcción del Centro Botín se desarrollaron desde el año 2010 hasta el 2017 inaugurándose el 23 de junio de ese mismo año y para ello se llevo a cabo la remodelación de los Jardines de Pereda. Los jardines han duplicado su extensión, de 20.000 a cerca de 48.000 metros cuadrados y triplicado su superficie verde de 7.003 a 20.056 metros cuadrado. El proyecto es obra del paisajista Fernando Garuncho en colaboración con el estudio RPBW. Ha trasplantado castaños, magnolios, sicomoros, plantado entre otras glicinias que adornan el estanque y pintado el pavimento de un azul celeste que el paisajista señala como azul Patinir haciendo referencia al pintor flamenco del siglo XVI conocido por el uso de un extraordinario color azul en sus paisajes, así estos senderos de color sirven para fundir todo el paisaje. Para conseguir esa ampliación de los jardines se soterró el antiguo vial por el que circulaban más de trece millones de vehículos al año eliminando inseguridad y contaminación. El túnel adecuado al tráfico se inauguró en junio de 2014, tiene una longitud de 219 metros, permitiendo la conexión peatonal de los muelles de Maura y Albareda con los Jardines de Pereda y el casco urbano de Santander. Este túnel no estaba previsto en el proyecto original pues el arquitecto consideraba que era bueno para el centro el paso de un elevado número de gente que se acercaba en coche a esa parte de la ciudad pero al final acertó como quería la fundación, que era mejor eliminar el tráfico y conseguir la llegada de los visitantes por una zona amplia, tranquila y ajardinada que permite admirar el edificio en todo su conjunto.
En los jardines y cercano a la entrada principal, Cristina Iglesias, Premio Nacional de artes plásticas ha realizado una intervención creando cinco bajorrelieves en piedra gris, que encierran motivos orgánicos tallados en acero fundido, son cuatro pozos y un estanque en los que fluye el agua hacia el mar a distintos ritmos entre ellos. Los pozos simbolizan algas y fondos marinos que en algún momento de la historia podían haber estado en ese mismo lugar pues siglos atrás el mar cubría esa zona y se adentraba hasta lo que ahora es la primera línea de casas de la ciudad. Dos robles plantados en este entorno culminan el paisaje de entrada al centro.
El Centro Botín es
un nuevo lugar de encuentro en el corazón de la ciudad, consiguiendo situar a
Santander en el foco de la cultura mundial.
Excelente artículo! Enhorabuena :D
ResponderEliminarFantástico
ResponderEliminarMe gusta mucho el libro de tin para los peques
ResponderEliminarMuchas gracias por el apoyo que está recibiendo el blog
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