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lunes, 1 de junio de 2020

Teleférico de Fuente Dé


Continuando nuestro camino llegamos al último punto de esta carretera, que nos conduce a Fuente Dé. En ese lugar, ante unos majestuosos Picos de Europa, se vislumbran el cruce de cabinas del teleférico en el punto medio de su recorrido, el parador nacional y el hotel “El rebeco” con su encanto basado en la estética del refugio de montaña.

El origen de esta instalación se remonta hacia 1850 cuando de la mano de la minería se comenzaron a explotar yacimientos de zinc por parte de la Real Compañía Asturiana de Minas. Por aquel entonces se descubrió este mineral tanto en Áliva como en las Vegas de Liordes, situados en la zona alta de Picos. Eso lleva a la necesidad de dar salida al mineral salvando los 900 metros de desnivel hasta Fuente Dé, siendo este cable minero el precedente del teleférico actual. En el año 1961 se comienza a dar los primeros pasos para su construcción, presentando el ingeniero lebaniego José Antonio Odriozola unos estudios preliminares que verían la luz como proyecto definitivo a finales de 1962. Así la instalación se lleva a cabo por una empresa italiana, con el arquitecto Ángel Hernández Morales y los ingenieros José Calavera Ruiz y Agustín Gómez Obregón, terminándose en junio de 1966 y siendo el 12 de septiembre de ese mismo año cuando se inaugura, aunque estaba ya en funcionamiento desde finales de agosto. En ese momento era el de más longitud en toda Europa sin soportes intermedios. Las cabinas del teleférico salvan un desnivel de 753,5 metros. Inicialmente tenían capacidad para 7 pasajeros cada una, ampliándose a 14 en 1974 y a 28 desde 21 de julio de 1990. La última renovación de las cabinas se produjo en el año 2006, para mantener las normas de seguridad más exigentes, redujeron su capacidad a 20 pasajeros por cabina, teniendo como novedad que son completamente acristaladas. En el 2015 se renovó íntegramente toda la maquinaria, optimizando su funcionamiento. Aún hoy sigue siendo el tercero más largo del mundo. En la cota superior, a 1850 metros, podemos contemplar unas vistas espectaculares desde el llamado Mirador del Cable. El tiempo invertido durante el viaje en el teleférico es aproximadamente de cuatro minutos a una velocidad de 10 metros por segundo, lo que permite disfrutar de la impresionante magnitud de estas montañas.

En toda la zona aún perduran bocaminas, casetones de madera y escolleras que recuerdan su origen minero.

Existen numerosas rutas de montaña con origen en la parte alta del teleférico, una de las cuales nos conduce al refugio de Áliva, sede de un pintoresco hotel situado a 1666 metros de altitud en un paraje idílico. Siguiendo nuestro paseo podemos llegar hasta el llamado Chalet Real, construido por la Real Compañía Asturiana en 1912 para el rey Alfonso XIII que ya venía con su padre por estas tierras a cazar rebecos. Se cuenta que fue la primera casa prefabricada en España, tratándose de un chalet de tipología inglesa ubicado al pie de Peña Vieja a 1670 metros que estaba equipado con todo tipo de comodidades.

Toda la zona es propicia para practicar la escalada y el alpinismo, no faltando picos para montañeros con o sin experiencia, aunque siempre es mejor contar con un guía cualificado, lo que hará la travesía aún más placentera.





                                      
                                         Dibujo de una de las primeras cabinas del teleférico