Continuando nuestro camino llegamos al último punto de esta
carretera, que nos conduce a Fuente Dé. En ese lugar, ante unos majestuosos
Picos de Europa, se vislumbran el cruce de cabinas del teleférico en el punto
medio de su recorrido, el parador nacional y el hotel “El rebeco” con su
encanto basado en la estética del refugio de montaña.
El origen de esta instalación se remonta hacia 1850 cuando
de la mano de la minería se comenzaron a explotar yacimientos de zinc por parte
de la Real Compañía Asturiana de Minas. Por aquel entonces se descubrió este
mineral tanto en Áliva como en las Vegas de Liordes, situados en la zona alta
de Picos. Eso lleva a la necesidad de dar salida al mineral salvando los 900
metros de desnivel hasta Fuente Dé, siendo este cable minero el precedente del
teleférico actual. En el año 1961 se comienza a dar los primeros pasos para su
construcción, presentando el ingeniero lebaniego José Antonio Odriozola unos
estudios preliminares que verían la luz como proyecto definitivo a finales de
1962. Así la instalación se lleva a cabo por una empresa italiana, con el
arquitecto Ángel Hernández Morales y los ingenieros José Calavera Ruiz y
Agustín Gómez Obregón, terminándose en junio de 1966 y siendo el 12 de
septiembre de ese mismo año cuando se inaugura, aunque estaba ya en
funcionamiento desde finales de agosto. En ese momento era el de más longitud
en toda Europa sin soportes intermedios. Las cabinas del teleférico salvan un
desnivel de 753,5 metros. Inicialmente tenían capacidad para 7 pasajeros cada
una, ampliándose a 14 en 1974 y a 28 desde 21 de julio de 1990. La última
renovación de las cabinas se produjo en el año 2006, para mantener las normas
de seguridad más exigentes, redujeron su capacidad a 20 pasajeros por cabina,
teniendo como novedad que son completamente acristaladas. En el 2015 se renovó íntegramente
toda la maquinaria, optimizando su funcionamiento. Aún hoy sigue siendo el
tercero más largo del mundo. En la cota superior, a 1850 metros, podemos
contemplar unas vistas espectaculares desde el llamado Mirador del Cable. El
tiempo invertido durante el viaje en el teleférico es aproximadamente de cuatro
minutos a una velocidad de 10 metros por segundo, lo que permite disfrutar de
la impresionante magnitud de estas montañas.
En toda la zona aún perduran bocaminas, casetones de madera
y escolleras que recuerdan su origen minero.
Existen numerosas rutas de montaña con origen en la parte
alta del teleférico, una de las cuales nos conduce al refugio de Áliva, sede de
un pintoresco hotel situado a 1666 metros de altitud en un paraje idílico. Siguiendo
nuestro paseo podemos llegar hasta el llamado Chalet Real, construido por la Real
Compañía Asturiana en 1912 para el rey Alfonso XIII que ya venía con su padre
por estas tierras a cazar rebecos. Se cuenta que fue la primera casa
prefabricada en España, tratándose de un chalet de tipología inglesa ubicado al
pie de Peña Vieja a 1670 metros que estaba equipado con todo tipo de
comodidades.
Toda la zona es propicia para practicar la escalada y el
alpinismo, no faltando picos para montañeros con o sin experiencia, aunque
siempre es mejor contar con un guía cualificado, lo que hará la travesía aún
más placentera.