Comillas, situada en el litoral Occidental de Cantabria, es
una pequeña población poseedora de un gran encanto, labrado a lo largo de
muchos años, pero sobre todo durante el siglo XIX a través de la figura de
Antonio López, Marqués de Comillas, emigrante que al regresar a su pueblo tras
haber hecho fortuna, e influenciado por las relaciones con Barcelona, tanto a
nivel empresarial como personal, traslada a este pequeño pueblo pesquero la
arquitectura vanguardista de la época, convirtiendo a la villa en un enclave de
imprescindible visita.
En lo referente a su origen en la época romana ya se
mencionaba Comillas y se extraían minerales metálicos de la zona. Durante la
edad media, en el siglo XI, existen documentos que constatan los primeros
asentamientos en los que hoy sería el casco antiguo de la villa. Fue declarada
bien de interés histórico-cultural el 29 de marzo de 1985.
Antaño la principal actividad era la pesca y más concretamente
desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII (1720), la captura de ballenas. Estas
eran asiduas a las costas del cantábrico desde el mes de marzo hasta noviembre.
Se contaba por aquel entonces con la presencia de marineros vascos que venían a
trabajar al que fue el último puerto ballenero del Cantábrico. En 1603 ya se
había comenzado la construcción del pequeño, pero sólido, puerto pesquero. Protegido
de los embates del mar por imponentes piedras de sillería, se concluyó la obra
en 1716, pasando así a concentrar la actividad pesquera en la captura de especies
como la sardina, la caballa y el bonito. No fue hasta la segunda mitad del
siglo XIX cuando cambio totalmente su sector económico preponderante, pasando
del pesquero al turístico
En 1881 Antonio López invita al rey Alfonso XII a su tierra
natal, siendo este uno de los momentos de trasformación del pueblo, atrayendo,
a partir de entonces, ilustres veraneantes sobre todo de Madrid, Andalucía y el
País Vasco. Continuó esta tradición Alfonso XIII con sus visitas a la villa
cuando disfrutaba de la temporada estival en Santander.
El Marques de Comillas y posteriormente su hijo impulsaron
la construcción de importantes obras, rodeándose de los arquitectos más
prestigiosos del momento como Martorell. Este levanto tres fabulosas obras de
estilo modernista. El Palacio de Sobrellano, una iglesia, la Capilla-Panteón, y
una escuela que acabó convirtiéndose en la Universidad Pontificia, decorada
majestuosamente por Luis Domenech i Montaner que también reforma los muros
exteriores del cementerio. Sobre una de las paredes de la antigua iglesia
situada en el cementerio se alza la escultura El Ángel exterminador, obra
modernista de Josep Llimoná de 1895. No obstante, el modernismo más
representativo brilla en el Capricho de Gaudí, integración del arte, la música
y la naturaleza, completado en el año1900, poseedor de una magnífica portalada
que esconde en su estructura un pequeño orificio para permitir el paso de las
aves.
La Iglesia Católica siempre ha estado muy presente en la
historia de Comillas. Por un lado, la impronta de la Universidad Pontificia y
por otro el hecho de que haya tenido en su historia seis arzobispos nacidos en esta
tierra, circunstancia que hace que sea conocida popularmente como la villa de
los arzobispos. La fachada principal del antiguo ayuntamiento conserva los seis
escudos de cada uno de los mencionados altos eclesiásticos. La Universidad
Pontificia se halla frente al Palacio de Sobrellano, en un hermoso promontorio frente
al mar, dotado de unas vistas privilegiadas, aun más espectaculares, desde sus plantas
más altas. Se construyo en 1881 bajo el patronazgo del primer marqués de Comillas
y continuado por su familia. En 1892 se inauguran los primeros cursos. Fue
durante muchos años un prestigioso seminario dirigido por la Compañía de Jesús,
en la que se formaban los futuros eclesiásticos que aportarían en las décadas
siguientes un gran prestigio a la institución. También una oportunidad de
acceso a una formación de calidad para algunos de los niños de la comarca. El entorno
inmejorable, disponiendo de multitud de recursos pues tenían su propia
biblioteca, cine y, en su época de máximo apogeo, era autosuficiente, disponiendo
de panadería, enfermería y contando con una extensa vaquería que producía productos
lácteos suficientes para alimentar a los estudiantes y docentes. Fue en 1967
cuando fue clausurado como seminario, continuando hasta 1975 como colegio, impartiéndose
6º, 7º y 8º de Educación General Básica (niños entre los 12 y los 14 años). La
excepcionalidad de esta última etapa posibilitó que unos pocos niños, menos de
un centenar, disfrutaran de un entorno y estructura pensada para miles de
personas. La construcción de los edificios de la Universidad se realizó en
varias fases, con tres módulos diferenciados, el edificio principal que es el
más antiguo y característico, con fachadas que combinan mampostería y ladrillo
y luego dos edificios anexos, el Hispano y el Moderno. En la portalada del
seminario se hallan las armas de la Santa Sede y el monograma de la Compañía de
Jesús. En la actualidad, después de una intensa remodelación, finalizada en
2010, alberga la Fundación Comillas dedicada a la enseñanza de español. Se
puede hacer una pequeña visita guiada donde se muestra una parte de la
Universidad, aunque todavía no es posible actualmente contemplar todos sus
tesoros como la capilla, con su artesonado de madera, pues se encuentra en fase
de restauración.
Sus habitantes censados no superan los 2.500 habitantes,
cifra que se multiplica en temporada de vacaciones sobre todo el mes de agosto
donde puede llegar a rondar los 40.000 vecinos, pese a tratarse de un municipio
cuya extensión es de solo 18,5 kilómetros cuadrados. Todo al amparo de una
construcción masiva focalizada en la década de los 80 del siglo pasado, que lo
convierte en unos de los pueblos turísticos más destacados de Cantabria. Si a
esto le añadimos su inmejorable situación geográfica, con la imponente vista de
los Picos de Europa a solo 20 kilómetros, unos suaves acantilados con praderías
verdes que llegan al límite del mar y su playa, junto al puerto, con medio
kilómetro de longitud de fina arena, se hace imprescindible su visita.
Enclavada en el entorno privilegiado de la ría de la Rabia, hábitat de
numerosas aves acuáticas que pasan el invierno, o descansan en ella, durante
las largas migraciones. Los bosques cercanos son pródigos en abedules, castaños
y robles. Entre la fauna destaca el gavilán, la ardilla, el zorro y el tejón.
En cuanto a fiestas populares y gastronomía se celebra San Cristóbal el 10 de julio por ser el patrón de Comillas y la otra festividad señalada para la villa es el 16 de julio, la fiesta del Santo Cristo. Como buen puerto pesquero cántabro en lo que gastronomía se refiere destacan sabrosos pescados y mariscos. En cuanto a platos de cuchara el siempre delicioso cocido montañés.
Universidad Pontificia
Playa y puerto
Escultura sobre la tapia del cementerio Palacio de Sobrellano