Laredo es una villa marinera, capital de comarca en la zona
oriental de Cantabria. Enmarcada en una hermosa bahía, teniendo sus límites
costeros entre la Atalaya o el Canto de Laredo y el Peñón de Santoña. Entre
estos dos peñascos y separando Laredo de Santoña, está la ría del Asón.
Su historia va unida a la de la costa Cantábrica teniendo
conocimiento de intercambios comerciales marítimos, antes de Cristo, entre las
gentes que vivían en esta región y las de las Islas Británicas, si bien la
primera noticia la proporciona, ya en siglo I de nuestra era el geógrafo griego
Estrabón. La dominación imperial romana dejó muestras por toda la costa Cántabra,
activos puertos conectados con la meseta castellana a través de calzadas
romanas. Las invasiones e incursiones bárbaras y vikingas, entre otros,
redujeron su actividad marítima pero no su comercio pesquero. Se sabe de un asentamiento de un poblado de pescadores hacia el 757 pero las primeras noticias
datan del año 968.
La primera referencia escrita de Laredo se encuentra en el
cartulario de 1068 del monasterio de Santa María del Puerto de Santoña. Su
importancia histórica da comienzo cuando el rey Alfonso VIII, el 25 de enero de
1200 firma en Belorado, Burgos, el fuero que le otorga amplios privilegios. En
este mismo año se le concede jurisdicción propia, nombrándola villa real. Este
fuero otorga a Laredo diez kilómetros de costa y diez kilómetros hacia el
interior como limites jurisdiccionales. Otros puertos recibieron el mismo
tratamiento, Castro Urdiales (1163), Santander (1187) y San Vicente de la
Barquera (1210), constituyendo la Hermandad de las Cuatro Villas de la costa de
la mar.
Es tal su importancia que marineros laredanos participan en
la conquista de Sevilla en 1248, con las quillas de sus tres naves consiguieron
romper las defensas formadas por cadenas que impedían el acceso de la flota por
el rio Guadalquivir. De ahí que en su escudo Laredo tenga en el centro la Torre
del Oro acompañada de tres naves sobre una cadena, enmarcado por una bordura en
oro portando las palabras “armas de la noble y leal villa de Laredo”. El escudo
esta timbrado con la corona real española.
En 1254 se construye la muralla que resguarda en su interior
la seis rúas o calles de la villa, que hoy forman la Puebla Vieja. Están
situadas a los pies de la iglesia de Santa María de la Asunción, en la
dirección norte-sur son rúa mayor, san Marcial y Santa María y en la dirección
este-oeste, san Martín, la rúa de en medio y la rúa de Ruayusera o de abajo.
Este conjunto contiene en sus límites valiosas joyas tanto escultóricas,
pictóricas como arquitectónicas. La muralla tenia doce puertas, destacando un
torreón alzado detrás del convento de San Francisco. La puerta principal de
acceso a la villa era la de Bilbao o de San Lorenzo.
El siglo XIV no fue una buena época para Laredo, sufrió un
terrible incendio que asoló la villa y en 1348 la peste diezma su población. A
pesar de todo si se consiguieron dos cosas muy importantes, la libertad de
pescar y salar, concedido por Alfonso XI y Enrique III eximió a los pescadores
de Laredo del pago de tasas.
En el siglo XV los marinos de las Cuatro Villas fueron el
emblema del poder naval y mercantil del reino de Castilla, como principales
puertos de exportación de las lanas castellanas hacia el norte y de los
productos manufacturados y paños que desde Flandes, Francia e Inglaterra traían
en sus viajes de vuelta.
Ya al final de la edad media tiene 2000 vecinos y resurge
con una época dorada respaldada por los reyes católicos. Destaca en 1496 la
estancia de Isabel la católica que despide en el puerto a su hija Juana de
Castilla camino de Flandes para casarse con el archiduque de Austria, Felipe el
hermoso. Este mismo año Isabel escribe desde Laredo a Colón y recibe en
audiencia al marino Juan de la Cosa, que participará en el descubrimiento de
América.
Un hecho relevante para eventos desarrollados posteriormente
en la villa fue el desembarco en 1556 del emperador Carlos V, en su último
viaje de camino al monasterio de Yuste, Cáceres, donde murió el 21 de
septiembre de 1558.
En 1629 la villa es nombrada capital del corregimiento de
las Cuatro Villas de la mar lo que la convierte en el concejo mas importante y
extenso del territorio a pesar de lo cual los siguientes años no fueron
brillantes, pues padeció pestes, incendios y saqueos como el que llevo a cabo
la armada francesa en 1639, todo esto empobreció la villa.
Hasta la segunda mitad del siglo XVIII no volvió a resurgir
el comercio marítimo en Cantabria, como dinamizador de su economía y a partir
de aquí no se repartió entre los cuatro puertos principales como hasta entonces
si no que se polarizó hacia Santander.
EL precio que pagó Cantabria por su aportación a la
construcción de galeones fue una atroz deforestación consecuencia de la tala de
sus robles. Árboles que servían bien para los navíos o para carbón de madera
empleado en la fundición de cañones.
El rey Alfonso XII visita Laredo en 1882 y la reina regente
María Cristina concede el tratamiento de excelencia al ayuntamiento en 1894.
En la segunda mitad del siglo XIX la instalación de fábricas
de conservas y salazones provocan el despegue de la villa. El número de
visitantes crece con fuerza y cambiará toda su economía y aspecto urbano. En
1876 se produce la urbanización de amplias zonas del entorno del casco medieval
e inicio de las obras del puerto pesquero. A finales del siglo XIX comienza a
resurgir debido al crecimiento urbano fuera de la villa medieval, Puebla Vieja,
declarada conjunto histórico artístico en 1970.
El verdadero empuje vino de la mano del turismo que se
desarrollo sobre todo en los años sesenta del siglo XX, bautizando a este
municipio como capital de la costa esmeralda. Es destacable que la población
permanente es de 12.591 habitantes llegando en la época estival a los 30.000,
sin embargo, en un periodo de veinte años, según el instituto cántabro de
estadística, está previsto que la población de Laredo disminuya un veintiséis
por ciento.
Conserva un patrimonio arquitectónico destacable, iglesias
románicas del siglo XII como San Martín y la Ermita del Espíritu Santo. La
iglesia de Santa María de la Asunción de estilo gótico, en su ábside de la nave
de Belén alberga la obra policromada del arte flamenco más importante de la
región, el Convento de San Francisco, Santa Catalina, la Torre de los
Capuchinos, la del corregimiento, la Casa Zarauz y el Ayuntamiento, del siglo
XVII, de dos plantas con arcos de piedra de sillería. Fuera del recinto
amurallado cuenta con un rico patrimonio civil, Casa de las Cuatro Témporas, Palacio
de Carasa o las Escuelas del Dr Velasco entre otros.
Laredo cuenta con cuatro playas, la principal y más extensa
pues cuenta con casi cinco kilómetros de fina arena, enclavada en el casco
urbano, es la playa de Salvé. En longitud le sigue la playa El Regatón,
semiurbana, dentro del parque natural de las marismas de Santoña, Victoria y
Joyel, extendiéndose en la margen de la desembocadura del rio Asón, de tres
kilómetros, con una anchura de cuarenta metros. Tiene en este entorno otra
playa llamada El Aila, por su forma en punta, es el cierre de La Salvé en un
extremo y El Regatón por el otro, son cincuenta metros de formación dunar,
excepcional para la práctica de deportes como el wind-surf y el kite-surf. Por
último cabe mencionar la playa de La Soledad, pedregosa, se abre entre
acantilados, se encuentra únida al casco urbano mediante un túnel escarbado
bajo el monte de la Atalaya, aquí se abren unas vistas espectaculares al mar
Cantábrico, azotado por fuertes vientos y oleaje.
Una singularidad que destaca en el paisaje del municipio es
La Atalaya, cabo situado al norte de la Puebla Vieja, es un cono de cenizas
volcánico perteneciente a los Pirineos que se formó durante el triásico
superior. Es bien de interés cultural, aquí están enclavados los restos del
Fuerte del Rastrillar.
Tiene una dársena deportiva de ciento veintiséis mil metros
cuadrados con ochocientos cincuenta y siete atraques junto al puerto pesquero,
situados en una zona accesible con todos los servicios en el casco urbano.
Se celebran fiestas muy singulares a lo largo del año, entre
ellas La Batalla de Flores, nace en 1908, se celebra el último viernes de
agosto, de interés turístico nacional, las flores empleadas para engalanar las
carrozas son dalia, clavel, clavelón chino y margarita teñida. Se representan
personajes y temas de actualidad o representativos del momento, al final del
día de realiza un desfile donde se valora la composición, armonía, calidad y
técnicas de colocación de las flores. Este año participaban quince carrozas,
ocho grandes y siete pequeñas necesitando cada una entre 150.000 a 200.000
flores para sus proyectos. Desde el año 2000 se celebra por todo lo alto la
conmemoración del último desembarco del emperador Carlos V en la playa Salvé en
1556, se realiza el tercer o cuarto jueves de septiembre, es fiesta de interés
turístico regional. Como buena villa marinera también celebra el dieciséis de
Julio, El Carmen y el once de noviembre San Martín, patrono de la cofradía de
pescadores. El dieciséis de agosto es la festividad de San Roque, día de la
marmita, unas cien cuadrillas concursan para demostrar quien hace el guiso de
bonito más rico. Como colofón de festejos el quince de agosto es el día de la
patrona de Laredo Santa María de la Asunción.
Los laredanos o pejinos disfrutan de todas las bondades de
vivir en un lugar de Cantabria privilegiado por sus arenales, por su ubicación,
la afluencia nacional e internacional de su turismo y por toda su dilatada e
interesante historia.