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viernes, 14 de diciembre de 2018

Receta marmita de bonito

La marmita es una olla de metal con tapa, en la que cocinaban antiguamente los marineros que se dedicaban a la pesca del bonito del norte, siendo este plato su dieta principal. En sus orígenes esta receta se realizaba con pan, pero cuando se descubre América, se incorpora la patata a nuestra cocina y se introduce en esta rica elaboración. El plato fue evolucionando, añadiendo el pimiento verde italiano y la cebolla. En la cornisa Cantábrica se cocina con una base principal que se modifica según las costumbres de cada pueblo. Aunque se admiten variaciones siempre son imprescindibles la patata y el bonito. En San Vicente de la Barquera recibe el nombre de sorropotún, esta denominación se ha ido extendiendo al resto de la provincia.
RECETA DE LA MARMITA DE BONITO
Ingredientes para 4 personas:
                                      500 gramos de bonito limpio
                                       4 patatas medianas
                                       1 cebolla roja, puede ser blanca
                                       1 pimiento verde italiano
                                       1 tomate
                                        aceite de oliva virgen extra
                                        pimentón dulce, una cuchara pequeña
                                        1 hoja de laurel
ELABORACIÓN:
1       Picar y pochar la cebolla con el pimiento verde en una cazuela con aceite. Cuando comiencen a dorarse se añade la carne del tomate pelado y sin pepitas. Se puede utilizar una guindilla de Cayena.
2       Se incorporan las patatas escachadas, triscando al cortar, en el refrito, moviéndose durante un rato para que se impregnen de todo el sabor. Se añade agua, cubriendo bien la patata y se deja cocer a fuego medio, durante 15 o 20 minutos. Se incorpora la hora de laurel, el pimentón, sal y pimienta. Se puede apartar la guindilla.
3       Cuando la patata esta cocida, retirar la hoja de laurel, añadir el bonito cortado en dados, un par de minutos más, mover un poco para que espese el caldo y retirar del fuego para que no se reseque el bonito. Se puede espolvorear con perejil.
Se pueden introducir algunos cambios, en vez de agua, utilizar caldo de pescado y sustituir el pimentón por pimiento choricero, con cuatro sería suficiente, que deberían estar en remojo unas horas antes. Si se quiere también se puede añadir un poco de ajo al principio. Se consigue un toque personal incorporando vino blanco a la verdura pochada, dejándolo a fuego fuerte unos segundos para que se evapore el alcohol.
Es un guiso de verano, temporada de pesca del bonito, aunque se puede innovar e introducir otros tipos de pescados. Es una receta sencilla, que no necesita muchos ingredientes, tomándose como plato único.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Laredo

Laredo es una villa marinera, capital de comarca en la zona oriental de Cantabria. Enmarcada en una hermosa bahía, teniendo sus límites costeros entre la Atalaya o el Canto de Laredo y el Peñón de Santoña. Entre estos dos peñascos y separando Laredo de Santoña, está la ría del Asón.
Su historia va unida a la de la costa Cantábrica teniendo conocimiento de intercambios comerciales marítimos, antes de Cristo, entre las gentes que vivían en esta región y las de las Islas Británicas, si bien la primera noticia la proporciona, ya en siglo I de nuestra era el geógrafo griego Estrabón. La dominación imperial romana dejó muestras por toda la costa Cántabra, activos puertos conectados con la meseta castellana a través de calzadas romanas. Las invasiones e incursiones bárbaras y vikingas, entre otros, redujeron su actividad marítima pero no su comercio pesquero. Se sabe de un asentamiento de un poblado de pescadores hacia el 757 pero las primeras noticias datan del año 968.
La primera referencia escrita de Laredo se encuentra en el cartulario de 1068 del monasterio de Santa María del Puerto de Santoña. Su importancia histórica da comienzo cuando el rey Alfonso VIII, el 25 de enero de 1200 firma en Belorado, Burgos, el fuero que le otorga amplios privilegios. En este mismo año se le concede jurisdicción propia, nombrándola villa real. Este fuero otorga a Laredo diez kilómetros de costa y diez kilómetros hacia el interior como limites jurisdiccionales. Otros puertos recibieron el mismo tratamiento, Castro Urdiales (1163), Santander (1187) y San Vicente de la Barquera (1210), constituyendo la Hermandad de las Cuatro Villas de la costa de la mar.
Es tal su importancia que marineros laredanos participan en la conquista de Sevilla en 1248, con las quillas de sus tres naves consiguieron romper las defensas formadas por cadenas que impedían el acceso de la flota por el rio Guadalquivir. De ahí que en su escudo Laredo tenga en el centro la Torre del Oro acompañada de tres naves sobre una cadena, enmarcado por una bordura en oro portando las palabras “armas de la noble y leal villa de Laredo”. El escudo esta timbrado con la corona real española.
En 1254 se construye la muralla que resguarda en su interior la seis rúas o calles de la villa, que hoy forman la Puebla Vieja. Están situadas a los pies de la iglesia de Santa María de la Asunción, en la dirección norte-sur son rúa mayor, san Marcial y Santa María y en la dirección este-oeste, san Martín, la rúa de en medio y la rúa de Ruayusera o de abajo. Este conjunto contiene en sus límites valiosas joyas tanto escultóricas, pictóricas como arquitectónicas. La muralla tenia doce puertas, destacando un torreón alzado detrás del convento de San Francisco. La puerta principal de acceso a la villa era la de Bilbao o de San Lorenzo.
El siglo XIV no fue una buena época para Laredo, sufrió un terrible incendio que asoló la villa y en 1348 la peste diezma su población. A pesar de todo si se consiguieron dos cosas muy importantes, la libertad de pescar y salar, concedido por Alfonso XI y Enrique III eximió a los pescadores de Laredo del pago de tasas.
En el siglo XV los marinos de las Cuatro Villas fueron el emblema del poder naval y mercantil del reino de Castilla, como principales puertos de exportación de las lanas castellanas hacia el norte y de los productos manufacturados y paños que desde Flandes, Francia e Inglaterra traían en sus viajes de vuelta.
Ya al final de la edad media tiene 2000 vecinos y resurge con una época dorada respaldada por los reyes católicos. Destaca en 1496 la estancia de Isabel la católica que despide en el puerto a su hija Juana de Castilla camino de Flandes para casarse con el archiduque de Austria, Felipe el hermoso. Este mismo año Isabel escribe desde Laredo a Colón y recibe en audiencia al marino Juan de la Cosa, que participará en el descubrimiento de América.
Un hecho relevante para eventos desarrollados posteriormente en la villa fue el desembarco en 1556 del emperador Carlos V, en su último viaje de camino al monasterio de Yuste, Cáceres, donde murió el 21 de septiembre de 1558.
En 1629 la villa es nombrada capital del corregimiento de las Cuatro Villas de la mar lo que la convierte en el concejo mas importante y extenso del territorio a pesar de lo cual los siguientes años no fueron brillantes, pues padeció pestes, incendios y saqueos como el que llevo a cabo la armada francesa en 1639, todo esto empobreció la villa.
Hasta la segunda mitad del siglo XVIII no volvió a resurgir el comercio marítimo en Cantabria, como dinamizador de su economía y a partir de aquí no se repartió entre los cuatro puertos principales como hasta entonces si no que se polarizó hacia Santander.
EL precio que pagó Cantabria por su aportación a la construcción de galeones fue una atroz deforestación consecuencia de la tala de sus robles. Árboles que servían bien para los navíos o para carbón de madera empleado en la fundición de cañones.
El rey Alfonso XII visita Laredo en 1882 y la reina regente María Cristina concede el tratamiento de excelencia al ayuntamiento en 1894.
En la segunda mitad del siglo XIX la instalación de fábricas de conservas y salazones provocan el despegue de la villa. El número de visitantes crece con fuerza y cambiará toda su economía y aspecto urbano. En 1876 se produce la urbanización de amplias zonas del entorno del casco medieval e inicio de las obras del puerto pesquero. A finales del siglo XIX comienza a resurgir debido al crecimiento urbano fuera de la villa medieval, Puebla Vieja, declarada conjunto histórico artístico en 1970.
El verdadero empuje vino de la mano del turismo que se desarrollo sobre todo en los años sesenta del siglo XX, bautizando a este municipio como capital de la costa esmeralda. Es destacable que la población permanente es de 12.591 habitantes llegando en la época estival a los 30.000, sin embargo, en un periodo de veinte años, según el instituto cántabro de estadística, está previsto que la población de Laredo disminuya un veintiséis por ciento.
Conserva un patrimonio arquitectónico destacable, iglesias románicas del siglo XII como San Martín y la Ermita del Espíritu Santo. La iglesia de Santa María de la Asunción de estilo gótico, en su ábside de la nave de Belén alberga la obra policromada del arte flamenco más importante de la región, el Convento de San Francisco, Santa Catalina, la Torre de los Capuchinos, la del corregimiento, la Casa Zarauz y el Ayuntamiento, del siglo XVII, de dos plantas con arcos de piedra de sillería. Fuera del recinto amurallado cuenta con un rico patrimonio civil, Casa de las Cuatro Témporas, Palacio de Carasa o las Escuelas del Dr Velasco entre otros.
Laredo cuenta con cuatro playas, la principal y más extensa pues cuenta con casi cinco kilómetros de fina arena, enclavada en el casco urbano, es la playa de Salvé. En longitud le sigue la playa El Regatón, semiurbana, dentro del parque natural de las marismas de Santoña, Victoria y Joyel, extendiéndose en la margen de la desembocadura del rio Asón, de tres kilómetros, con una anchura de cuarenta metros. Tiene en este entorno otra playa llamada El Aila, por su forma en punta, es el cierre de La Salvé en un extremo y El Regatón por el otro, son cincuenta metros de formación dunar, excepcional para la práctica de deportes como el wind-surf y el kite-surf. Por último cabe mencionar la playa de La Soledad, pedregosa, se abre entre acantilados, se encuentra únida al casco urbano mediante un túnel escarbado bajo el monte de la Atalaya, aquí se abren unas vistas espectaculares al mar Cantábrico, azotado por fuertes vientos y oleaje.
Una singularidad que destaca en el paisaje del municipio es La Atalaya, cabo situado al norte de la Puebla Vieja, es un cono de cenizas volcánico perteneciente a los Pirineos que se formó durante el triásico superior. Es bien de interés cultural, aquí están enclavados los restos del Fuerte del Rastrillar.
Tiene una dársena deportiva de ciento veintiséis mil metros cuadrados con ochocientos cincuenta y siete atraques junto al puerto pesquero, situados en una zona accesible con todos los servicios en el casco urbano.
Se celebran fiestas muy singulares a lo largo del año, entre ellas La Batalla de Flores, nace en 1908, se celebra el último viernes de agosto, de interés turístico nacional, las flores empleadas para engalanar las carrozas son dalia, clavel, clavelón chino y margarita teñida. Se representan personajes y temas de actualidad o representativos del momento, al final del día de realiza un desfile donde se valora la composición, armonía, calidad y técnicas de colocación de las flores. Este año participaban quince carrozas, ocho grandes y siete pequeñas necesitando cada una entre 150.000 a 200.000 flores para sus proyectos. Desde el año 2000 se celebra por todo lo alto la conmemoración del último desembarco del emperador Carlos V en la playa Salvé en 1556, se realiza el tercer o cuarto jueves de septiembre, es fiesta de interés turístico regional. Como buena villa marinera también celebra el dieciséis de Julio, El Carmen y el once de noviembre San Martín, patrono de la cofradía de pescadores. El dieciséis de agosto es la festividad de San Roque, día de la marmita, unas cien cuadrillas concursan para demostrar quien hace el guiso de bonito más rico. Como colofón de festejos el quince de agosto es el día de la patrona de Laredo Santa María de la Asunción.
Los laredanos o pejinos disfrutan de todas las bondades de vivir en un lugar de Cantabria privilegiado por sus arenales, por su ubicación, la afluencia nacional e internacional de su turismo y por toda su dilatada e interesante historia.




Skyline de Santander



©Yolanda Moles
                                                                                                                                                                Hemos recorrido el skyline de Santander, para continuar ahora nuestro camino por Cantabria, siguiendo el cuento de Tin el coche viajero.