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domingo, 17 de febrero de 2019

El sobao pasiego (historia y receta)

La historia de este dulce tan rico y especial comienza hace aproximadamente un siglo. En España y en Europa ya en la edad media abundaba la bollería endulzada con miel, escasas veces con azúcar, ya que esta llegó a la península de la mano de los árabes y en principio siendo un producto bastante caro así que los sobaos comenzaron a elaborarse como tal cuando el precio del azúcar fue más asequible. Se inició así un comercio en los mercados de la parte norte de la provincia de Burgos, donde los pasiegos llevaban sus productos lácteos para intercambiarlos por harina de trigo y azúcar entre otros.
Aunque en algunas recetas se usa la miel, pues se puede pensar que era el producto que mas a mano se tenía,  en esa época tenía más connotaciones medicinales y como alimento utilizado en gachas y pulientas.
El uso del trigo en vez del maíz abundante en la zona se debió a que la harina de trigo se convirtió en un alimento básico, sobre todo en el momento que se pudo adquirir fácilmente en los mercados de Castilla. Algunos autores también consideran cuestiones religiosas para su utilización. La harina de trigo en repostería da mejores resultados para conseguir un postre esponjoso, por su contenido de gluten.
Otros ingredientes que se utilizan para la elaboración de los sobaos son la mantequilla, evidentemente en este valle ganadero de gran calidad con unas características organolépticas especiales y huevos frescos de gallina que comen maíz y les aporta ese intenso color dorado.
En un principio se empleaba una masa hecha con miga de pan, huevos, mantequilla y azúcar blanca. Sustituyéndola más tarde por harina de trigo y posteriormente se introduce la ralladura de limón y ron o anís. Destaca el papel de la mujer pasiega como creadora del sobao, pues de ella fue la idea de utilizar los restos de masa o miga de pan sobrante.
La harina se mezclaba con agua y sal en la artesa, la levadura solía ser un trozo de masa avinagrada de la vez anterior, se amasaba a mano y se dejaba reposar, se dividía en porciones y se volvía a amasar, llamándose a esta operación sobar, de ahí su nombre. Cada pan se tapaba con un paño y se dejaba hasta que estuviera a punto para el horneado. Lo que sobraba en la masera se hacia un bolo y se guardaba para que una vez avinagrado sirviese para la siguiente preparación de sobaos, era su levadura natural.
La receta actual admite como todas, pequeñas variaciones, pero siempre manteniendo los productos básicos que son:
250 gramos de harina
250 gramos de mantequilla
250 gramos de azúcar
3 huevos
Una pizca de sal
3 cucharadas pequeñas de levadura en polvo (15 gramos aproximadamente)
Y opcional, pues muchas marcas lo añaden o no:
Miel, mejor de brezo, algunas casas también añaden un poco
Ralladura de limón
1 cucharada de ron o anís
Para hacer la receta en casa con los primeros ingredientes es más que suficiente.
-Mezclar la levadura con la harina y reservar.
-Se mezcla la mantequilla ablandada con el azúcar. Añadir el pellizco de sal y los huevos ligeramente batidos. En este paso si se quiere es cuando se incorpora también la ralladura de limón, el ron y la miel.
-Se va incorporando poco a poco, con un tamiz o un colador, la harina con levadura a la mezcla que ya tenemos preparada.
-Se amasa con las manos hasta que esté bien mezclado.
-Se reparte la masa en los moldes llenándolos hasta la mitad.
-El horno se precalienta unos cinco minutos y se cuecen a 180 grados de 15 a 20 minutos.
El papel de las capsulas(gorro), utilizado para verter la masa y hornear, es papel encerado para alimentación o papel barba. Si no tenemos tiempo o nos resulta difícil encontrar el papel se puede utilizar cualquier tipo de molde para horno.
Los sobaos tienen indicación geográfica protegida desde el año 2004.
Es un alimento natural cien por cien si se hace con esta receta y sin ningún tipo de conservante, por lo que es verdad que su comercialización es bastante complicada pues su caducidad suele ser un periodo relativamente corto. Hay muchas marcas que han apostado por mantener esta tradición y seguir fieles a la receta. Podrían mencionarse muchas, pero personalmente los mejores sobaos entre otros son El Macho, Joselín y Luca. Estas casas también tienen otros productos que merece la pena probar como las quesadas, de las que hablaremos próximamente y las galletas pasiegas de mantequilla, en especial las de Luca.
El sobao es un producto sencillo que necesita muy buenos productos para conseguir un buen resultado. En Cantabria es el dulce por excelencia.
Añadiré en otra  entrada del blog los pasos para hacer el gorro y poder elaborar un sobao completo, como manda la tradición.

viernes, 8 de febrero de 2019

Valles Pasiegos

Los valles pasiegos engloban las cuencas fluviales de los ríos Pas, Pisueña y Miera, con una gran similitud cultural y social con pequeños signos distintivos. Ya se tenía referencia de los pasiegos hacia el año 1011.
La actividad económica mas importante es la ganadería dedicada a la explotación láctea y derivados, con un sistema basado en los desplazamientos del ganado a los pastos de altura en primavera y verano. Adaptado a esta forma de vida se comienzan a construir las cabañas pasiegas cuyo origen contrastado se señala en el siglo XVI.  Cabañas que en un principio se hacían de madera y luego de piedra, acondicionadas para las necesidades de la explotación ganadera. Siempre construidas con materiales locales y próximos, suelen ser de dos plantas, la parte baja para establo y la superior habilitada como vivienda, los tejados son de lajas de piedra o “lastras”. Se calcula que en los valles pasiegos existen cerca de 800 cabañales en buen estado de conservación. Una vez llegado el invierno bajaban a la aldea, en núcleos de población estables que se fueron formando alrededor de las iglesias y monasterios a lo largo de la edad media, Vega de Pas, San Pedro del Romeral y San Roque de Riomiera.
Es destacable en la historia de estos valles el papel de las mujeres, sobre todo aquellas que salieron de su tierra para ser “amas de cría” de los hijos recién nacidos de la nobleza y de la alta burguesía.
El Valle del Miera es el más occidental, destaca por sus bosques de hayas. En la cuenca alta es abrupto pero ya en su parte media podemos encontrar cabañas pasiegas y en su parte baja balnearios como el de Liérganes. En la cabecera del Miera se encuentra San Roque de Riomiera que celebra en Septiembre la fiesta del “Orgullu Pasiego”, con actividades relacionadas con su idiosincrasia, como el salto pasiego o el corte de troncos entre otros. En esta zona se ha conseguido la recuperación de especies como el rebeco, desaparecido durante muchos años en este entorno.
 En el Valle del Pisueña las cabañas aparecen por doquier. De su arquitectura destaca la Colegiata de Santa Cruz de Castañeda de los siglos XI y XII, la iglesia románica de San Andres, Nuestra Señora de la Asunción, el Santuario de Nuestra Señora de Valvanuz (patrona de los pasiegos) que se celebra el 15 de agosto y como destacada representación civil el Palacio de Soñanes.Un municipio importante en el curso de este rio es Selaya, en su origen, Sel del Haya, su nombre proviene de los seles o lugares cercados en redondo donde se guardaba el ganado alrededor de una especie de ara de piedra en la que se encendía fuego para alejar a los lobos y otras alimañas durante la noche.
El Pas es un rio salmonero de más de setenta kilómetros, que divide a Cantabria en dos por su mismo centro. El nombre de Pas ya aparece en documentos del siglo XI, citado por Salvador de Oña. En la cabecera del rio se sitúa el pueblo de La Vega de Pas, en este municipio está enclavado el museo etnográfico de Las Tres Villas Pasiegas. Su camino está plagado de molinos que trituraban el grano, primero trigo y después maíz por ser este abundante en la zona y extraordinarios balnearios como Alceda y Ontaneda, conocidos ya en tiempos de los romanos, famosos por sus aguas sulfurosas. Casi al final de su recorrido está Puente Viesgo, donde se encuentran las cuevas de el castillo y las monedas, prueba del arte rupestre paleolítico y declaradas patrimonio de la humanidad por la Unesco en 2008. Es un valle con un rico y amplio valor arquitectónico, cabe  mencionar la iglesia de Santa María de Cayón. Señalando de manera curiosa que en el pueblo de Vejorís, bañado por el Pas, está el solar de don Francisco de Quevedo y Villegas, la casa de sus mayores que nunca olvidó.
Es un lugar privilegiado en una naturaleza que conserva todo su verdor y con un bosque autóctono representado por robles, fresnos, castaños, olmos, arces, alisos y tilos, ríos en los que disfrutar el deporte de la pesca y elevadas cumbres que sobrepasan los 1500 metros de altitud con un fuerte relieve consecuencia de su origen glaciar.
En resumen, es una comarca que va despertando y abriéndose a otras formas de economía como el turismo rural y la gastronomía, ejes de su prosperidad.  No podemos dejar de mencionar los sobaos y la quesada pasiega; dos dulces antaño caseros que han evolucionado desde sus orígenes, siendo conocidos,  me atrevería a decir, en todo el mundo.