Translate

viernes, 26 de octubre de 2018

La grúa de piedra

Situada en el paseo marítimo de Santander más concretamente en el muelle llamado de Maura o de la monja, se utilizaba para carga y descarga de los barcos mercantes que atracaban junto a ella, con la facilidad en un principio de tener unas vías de tren que atravesaban la ciudad y aseguraban un trasporte rápido de las mercancías. La junta de obras del puerto, hoy Autoridad Portuaria, encargó en 1896 a los arquitectos F.V Sheldon y Otto Gerdtzen su diseño y construcción, inaugurándose el 17 de mayo de 1900 y prestando servicio al puerto hasta finales del siglo XX; ya en 1990, cuando cesa su servicio, la actividad era ya muy reducida, pues la mayoría de las actividades marítimas comerciales se habían trasladado al puerto de Raos.
La estructura de acero de la mejor calidad de la época está apoyada sobre una base de piedra de sillería, procedente de los antiguos muelles históricos de la Ribera, de aquí el origen de su nombre. Inicialmente estaba anclada al lecho marino.
Hasta que la grúa entró en servicio sólo se podían realizar trabajos en el puerto con cargas de 8 toneladas. Por ello, el resto de los barcos se iban a puertos cercanos de la costa Cantábrica como el de Bilbao.
La grúa se alza 14 metros sobre el piso del muelle y el cable permite elevar cargas desde 23 metros, suficiente para realizar trabajos incluso en la bajamar con las mareas más vivas. Su radio de acción es de 11 metros. El peso total sin contar su base es de 48 toneladas, a lo que debemos añadir el contrapeso en su parte trasera, que con un peso de 34 toneladas permite contrarrestar la tensión de las cargas mas voluminosas.
Era capaz de mover con seguridad cargas de hasta 30 toneladas, aunque en la prueba de carga llegó a levantar 36 sin dificultad. En el caso de tratarse de pesos de menos de 10 toneladas, contaba con un mecanismo manual que a pleno esfuerzo necesitaba la fuerza de 6 hombres para mover la mercancía, en cambio sin carga 2 hombres eran suficientes para accionarla.
Estaba propulsada por una máquina de vapor que con el tiempo fue sustituida por un motor eléctrico. Los costes de fabricación fueron de 74.820 pesetas, que en aquellos tiempos ya era una cantidad considerable de dinero, y para hacernos una idea si lo trasladamos a precios de la actualidad equivaldría a más de un millón de euros. Ese precio final se dividía en 70.500 pesetas de la grúa de vapor y 4.320 para el mecanismo de acción manual.
El 16 de febrero de 2016 se desprendieron los contrapesos y la estructura tuvo que ser desmantelada para su reparación. La cabina, la base y los engranajes se arreglaron en su ubicación original y el brazo, cable de elevación de carga, los contrapesos y otros elementos metálicos fueron trasladados a unos talleres. La rehabilitación tuvo un coste de 151.494,42 euros bajo la dirección del arquitecto Francisco Rebollo Calvo y la empresa Calvo Construcciones y Montajes S.L.
El 9 de junio de 2017, tras casi 16 meses desmantelada, fue reinaugurada con un aspecto renovado. La grúa de Piedra sigue siendo en la actualidad una pieza emblemática de la ciudad.

Cuadro de la grúa de piedra antes de su reforma.









Imagen de la grúa de piedra en la actualidad.


1 comentario: