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domingo, 25 de noviembre de 2018

Faro de Cabo Mayor

El faro de Cabo Mayor o faro de Bellavista está situado en la zona norte de la ciudad de Santander. Se levanta sobre los acantilados de cara al mar cantábrico, obedeciendo su origen a la solicitud que unos comerciantes hicieron a las autoridades considerando imprescindible su construcción para el desarrollo del puerto. Hasta entonces en ese mismo enclave existía un atalayón desde el que se hacían señales a los barcos tanto de día, con banderas, como de noche, con fuego.
La primera tentativa de construcción del faro fue en 1778 cuando el ingeniero de la marina Joaquín Ibarguen presento su proyecto, pero fue en 1833 cuando se aprobó la idea definitiva siendo inaugurado el 15 de agosto de 1839. El diseño finalmente desarrollado fue del capitán de navío Felipe Bauzá con la aportación de Domingo Rojí. La obra tuvo un coste de 460.000 reales.
La torre del faro es cilíndrica, materializada en piedra de sillería con una altura focal de noventa y un metros desde el nivel del mar y treinta metros sobre el terreno, se asienta sobre un tambor octogonal que en principio fue la casa del farero, acompañado todo el conjunto por unos edificios donde se alojaban los técnicos de señales marítimas y también disponían de zona de servicio del propio faro. Fue sobre todo la incorporación de grupos electrógenos, sirena de niebla y otros equipos técnicos lo que llevo en 1935 a la ampliación. En sus inicios el primer foco luminoso era un mechero de aceite con tres mechas que proyectaban un cono de luz de tres pulgadas de base y dos de altura, moviéndose este ingenio por un sistema de pesas. Su equipo óptico estaba formado por ocho lentes, cien espejos superiores y sesenta inferiores que concentraban el haz de luz por reflexión. Era un sistema de lente Fresnel que daba una luz fija con un destello cada minuto, cuya construcción fue realizada en París.
En 1877 pasó a utilizar como combustible aceite mineral, siendo el primer faro en España en incorporar este sistema. En 1913 se instaló una lampara de vapor de petróleo que mejoro el alcance y en 1920 se incorporó al faro el aparato óptico que funciona hasta nuestros días ininterrumpidamente, salvando incluso el percance que sufrió el 23 de febrero de 1982, cuando un rayo rompió todos los cristales de la linterna dejando fuera de servicio el sistema de rotación y el reloj encargado de los destellos, tuvo que utilizarse el trabajo de tres fareros para poder seguir realizando sus funciones. Este sistema de marca francesa era bivalvo, de paneles catadriópticos, que ha conocido hasta ahora tres focos luminosos diferentes, tres sistemas de rotación y dos sistemas de sustentación. A partir de 1935 ya funcionaba con electricidad.
En la actualidad el faro emite una luz blanca con un alcance de dos millas en intervalos de diez segundos, con una señal acústica que emite la letra ''M'' con dos pitidos largos cada cuarenta segundos.
El faro está deshabitado desde el año 2001, por lo que todas sus instalaciones dedicadas anteriormente a vivienda y anexos se convirtieron tras una rehabilitación en un Centro de Arte en la que se muestra la colección Sanz-Villar. Esta familia de pintores ha depositado una vasta colección de más de dos mil piezas de temática siempre asociada a los faros y el mar. Se puede visitar también una pequeña colección de piezas relacionadas con el mundo náutico.
Desde este mismo lugar parten unas sendas costeras con itinerarios que permiten disfrutar de este privilegiado paisaje.













domingo, 18 de noviembre de 2018

Palacio de la Magdalena

Situado en la ciudad de Santander entre abruptos acantilados y hermosas playas, rodeado de un amplio parque, en el que encontraremos una extensa muestra de árboles y plantas, tilos cedros, palmeras con el pino como variedad más abundante. Este singular enclave está ubicado en la parte mas elevada de la Península de la Magdalena que con una extensión de 25 hectáreas proporciona varios caminos para pasear y disfrutar unas vistas inigualables. Por la vertiente sur la bahía exhibe sus playas de la Magdalena y de Bikini y por la vertiente norte la vista del faro de Cabo Mayor y el abra del Sardinero, sin despreciar la panorámica de la ciudad desde la parte oeste y la visión del mar Cantábrico con la isla de Mouro a la entrada de la singular bahía.
 Su historia comienza cuando en 1904 el Ayuntamiento recupera al Estado en usufructo la Península.
 El 23 de abril de 1908 el consistorio decidió ceder al rey Alfonso XIII el terreno de la Península de la Magdalena no por casualidad si no porque el rey había manifestado en varias de sus visitas a la ciudad que aquel lugar era “una maravilla”. El ayuntamiento vio así la oportunidad de situar la ciudad como destino de veraneo de la aristocracia, la pujante burguesía y todas aquellas personas con posibles que huyendo de una Europa en guerra buscaban una ciudad balneario tranquila y sin sobresaltos.
Comienzan las obras en 1909 bajo la dirección de los arquitectos cántabros Javier González Riancho y Gonzalo Bringas, tras una suscripción popular para la ejecución del proyecto, siendo de importante consideración la aportación económica que hizo Ramón Pelayo de la Torriente, futuro Marqués de Valdecilla. El presupuesto inicial era de 700.000 pesetas de la época. El edificio de estilo ecléctico con gran influencia de la arquitectura inglesa y francesa, construido con piedra de mampostería procedente del barrio de Cueto en la ciudad, con cubierta de pizarra. Presenta una planta rectangular de 91 metros de largo por 21 metros de ancho, con un cuerpo saliente hacia el norte de 20 metros de lado. Consta de sótano, planta baja, planta principal, ático y desván. Dispone de dos entradas principales, una norte con pórtico y otra en la zona sur con escalinata de dobles tramos. La fachada alterna los sillares de piedra en esquinas y vanos, con el sillarejo en los muros. Sus diferentes alturas se separan por impostas horizontales. En alzado las fachadas son asimétricas, abundando entrantes y salientes que dan la sensación de varios cuerpos independientes. Destacan los dos torreones poligonales en la fachada principal. Los tejados no guardan la misma altura y su vertiente es mas acusada que los de la zona, asemejándose a los ingleses, lo mismo que ocurre con los dos niveles de las buhardillas.
En 1911 se terminan las obras y en 1912 el ministerio de la guerra entregó definitivamente al ayuntamiento los terrenos y edificios de la Magdalena. El cuatro de septiembre de ese mismo año la Reina entro por primera vez en su Palacio y el día siete se procedió a la entrega solemne de las llaves al rey.
El cuatro de agosto de 1913 comenzaron los reyes sus veraneos en Santander ininterrumpidamente hasta 1930. Fue la reina Victoria Eugenia quien disfruto especialmente de este entorno que le evocaba recuerdos de su añorada isla de Wight.
Forman también parte del conjunto las Caballerizas Reales construidas en 1918, en la parte baja de la península, dentro de un claro estilo inglés, dada la gran afición de los reyes por los caballos y más concretamente por la equitación. Junto a las caballerizas se encuentra el Paraninfo, espacio dedicado a la celebración de diversos actos académicos y culturales. Fue construido en los años treinta por González de Riancho en un estilo racionalista que contrastaba con el estilo de las Caballerizas.
Con la llegada de la II República, el nuevo gobierno incautó los bienes de la familia real y con ellos el Palacio y la Península. Destacar que este Palacio es desde 1933 la sede, en un principio  de la llamada Universidad internacional de verano refundada en 1946 como Universidad Internacional Menéndez Pelayo, donde se imparten cursos en la época estival de materias muy variadas y atractivas, tanto por el profesorado que imparte estas clases como por las temáticas que representan lo más puntero, tanto a nivel nacional como internacional.
Después de los años de la República ya en 1939 y tras un periodo en el cual el palacio y sus edificios anexos fueron utilizados para fines bélicos, llego un periodo de abandono.
En 1941 sirvió como refugio para la gente que había quedado sin hogar tras un incendio que asoló la ciudad. Desde este año fue propiedad de Don Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII y Conde de Barcelona, hasta 1977 cuando fue adquirido por el Ayuntamiento por ciento cincuenta millones de pesetas, novecientos tres mil euros de hoy. Don Juan, puso algunas condiciones para su venta y entre ellas destaca la reserva de habitaciones para las estancias de  los futuros reyes de España .Los enseres que quedaron en el palacio se dejaron en depósito, cuadros , lámparas, muebles, estado en el que se encuentran actualmente. Desde entonces los ciudadanos podemos disfrutar de todo el entorno.
Los años de abandono desembocaron en una rehabilitación que se realizo desde la presentación del proyecto en 1990 hasta la finalización en 1995. Se restauró tanto las dependencias históricas, vestíbulo, comedor, salón de la reina, salón de música, biblioteca y en general todo lo que necesitaba una adecuación a la normativa de seguridad requerida para los salones convertidos en aulas, dormitorios, para el desarrollo de una actividad con gran afluencia de personas. De todas las dependencias, fue el sótano en la que más reformas se realizaron. Los arquitectos encargados de las obras fueron Luis de la Fuente Salvador y Juan Manuel Echevarría.
Además del Palacio también se puede disfrutar en la visita de un pequeño zoo, de un parque infantil y podemos contemplar un pedazo de historia viendo la balsa con la que atravesó el Pacifico y los tres galeones con los que cruzó el Atlántico, el navegante cántabro Vital Alsar.
Declarado bien de interés cultural en 1982, en la actualidad el Palacio es sede de congresos y reuniones, en verano se continúan desarrollando los cursos de la Universidad Menéndez Pelayo. Presenta una zona museística que puede visitarse y existe la posibilidad de celebrar bodas civiles.





















domingo, 11 de noviembre de 2018

Palacio de Festivales

Es un edificio multidisciplinar situado frente a la bahía de Santander, en el centro de la ciudad.
Sus amplias instalaciones permiten realizar una amplia programación artística, teatro, cine, música, danza y también abarcar la celebración de convenciones, congresos y juntas de empresas, tanto a nivel nacional como internacional.
El edificio nace para dar respuesta al crecimiento de lo que fue en su origen el Festival Internacional de Santander que se llevaba a cabo en la Plaza Portica de la ciudad desde 1952. Hoy este festival sigue siendo el motor de la programación del palacio, pero su actividad ha crecido tanto en la duración, pues ya no se circunscribe solo al verano, sino que se desarrolla su actividad durante todo el año, como en la inclusión de todo tipo de disciplinas artísticas. Hay que mencionar durante la época estival dos hechos destacables, el concurso internacional de piano Paloma O´Shea y el encuentro de música y academia de la Escuela Reina Sofia.
La obra otorgada tras un concurso, en el año 1984, al arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oíza, está enmarcada dentro del estilo racionalista y su construcción se realizó en dos fases, la primera en 1985 y la segunda en 1987 finalizando en 1991. Tuvieron importancia relevante en la obra, Francisco Javier Sáenz Guerra como colaborador y los ingenieros de caminos Juan José Arenas, Marcos Pantaleón y Carlos Alonso encargados de la parte estructural de la obra.
Los materiales que predominan son el mármol y el cobre. Destacan cuatro torres en las esquinas del edificio que delimitan las grandes vigas de canto que salvan la luz principal de la sala mayor. La cubierta está plagada de tragaluces que permiten iluminar el interior de forma natural. Tiene dos zonas de acceso, una por la cara sur, Gamazo, realizando los asistentes su entrada por debajo del escenario y otra por la parte más alta, orientada al norte, la calle de Reina Victoria. Su entrada principal, inspirada en los teatros griegos aúna en conjunto con el edificio modernidad y tradición.
Esta construido sobre los terrenos que ocupaba un antiguo astillero y se utiliza la pendiente natural del terreno para apoyar a la manera clásica griega una de sus salas, en este caso la sala Argenta, con 1600 metros cuadrados, con capacidad para 1583 personas que cuenta entre otros avances con aire acondicionado incorporado en las butacas, estudio de televisión, servicio de traducción simultánea, reverberación acústica variable y un foso para la orquesta donde se pueden ubicar 130 músicos. Entre otras características, destaca su escenario de 580 metros cuadrados con cuatro plataformas, dos de ellas giratorias. Su iluminación y sonido son excelentes. Esta sala cuenta con un detalle especial en el fondo de su escenario, se trata de un enorme trapecio acristalado encajado en la fachada principal, en la cara sur del edificio, que llevaría a los espectadores a presenciar una preciosa vista de la bahía desde la platea. Esta pieza tan singular pocas veces se ha podido usar en las representaciones.
Otra de sus salas, Pereda de 450 metros cuadrados de superficie, tiene capacidad para 570 espectadores, foso para 40 músicos, servicios de traducción simultánea, escenario de 250 metros cuadrados y cinco plataformas hidráulicas. Destaca en el techo un mural realizado por el pintor José Ramón Sánchez. Está situada por debajo de la cota de la calzada.
Ambas se pueden utilizar para proyección y retroproyección de imagen, tanto cine como video y diapositivas. Disponen de un amplio número de camerinos.

La sala más pequeña es la llamada Griega de 450 metros cuadrados, preparada para acoger a 150 personas aproximadamente, inspirada en un anfiteatro griego. Se sitúa bajo el escenario de la sala Argenta.
Mencionar también la sala Ebro, moderna y funcional para 150 personas.
Cuenta en su interior con zona de exposiciones, salas de reuniones, despachos y cafetería.
Se inauguró con el estreno en España del oratorio Joshua de Händel.
Son 25.000 metros cuadrados dedicados a fomentar y ampliar el desarrollo artístico de la región en la que también se realizan actividades docentes y pedagógicas contando con una escuela de artes escénicas.


































domingo, 4 de noviembre de 2018

Real Club Marítimo de Santander


Es uno de los clubes náuticos más importantes de España y cuenta con una dilatada trayectoria en regatas, así como un amplio palmarés deportivo.
El club nace como escisión del Real Club de Regatas, club creado en 1870 por comerciantes, navieros y consignatarios de la ciudad que se reunían para debatir ideas derivadas de sus travesías a Astillero y a la ría de Cubas. Su fundación se lleva a cabo el 13 de octubre de 1927 con el apoyo del rey Alfonso XIII, presidente de honor del club.
El edificio actual donde tiene su sede social está en Puertochico. Su historia corre paralela a los avatares del país, pues en 1932 este club sufre un saqueo e incendio a manos de unos manifestantes que le llevan a su destrucción. En enero de 1934 siendo presidente del club D. Juan José Quijano se comenzó la tarea de proyectar un nuevo edificio social sobre la base de aquel casetón de madera destruido, que desde 1912 había servido para el desarrollo de la actividad del Club de Regatas. A mediados de julio de 1938 se inaugura el club definitivo. Cabe mencionar asimismo el atentado sufrido en octubre de 1987 que dañó seriamente el edificio, siendo restaurado respetando su estilo original.
El arquitecto escogido para llevar adelante tan importante proyecto fue D. Gonzalo Bringas en colaboración con el ingeniero de la junta del puerto D. Luis Derqui. El nuevo y actual edificio es una edificación de hormigón armado de dos plantas de estilo racionalista sustentado sobre 40 pilotes anclados a 18 metros de profundidad, esta unido al muelle por una pasarela, el volumen se sitúa sobre lamina de agua de manera exenta. Estilísticamente destaca por la simplificación de sus fachadas de un color blanco predominante. Se puede decir que se produce una clara adecuación de los medios a las necesidades reales, con una clara proyección técnica de la nueva arquitectura, añadiendo en este caso la similitud conseguida del edificio con un gran barco atracado en el céntrico muelle santanderino. En su interior incluye salones sociales, oficinas, archivo, restaurante, pañoles y vestuarios. En la dársena adyacente de Puertochico el club dispone de amarres y también cuenta con espacios para embarcaciones de vela ligera, especialmente en la duna de Zaera, donde desarrolla su actividad la escuela de vela del club.
En cuanto a su actividad deportiva ya en 1928 organizó la regata Nueva York-Santander lo que constituyó su inicio en el mundo de las regatas. Un trofeo destacable de este club es la Copa Gallo debido a su antigüedad y tradición. Este trofeo tuvo sus orígenes en la Copuca de 1893 organizada por el Real Club de Regatas, en un principio el barco que lo ganaba tres veces se hacia con el trofeo, consiguiéndolo en 1899 el balandro Lin, así en 1900 surgió la mencionada copa Gallo, copa de plata en la que se inscribe el nombre de los ganadores pero ya no seria de nadie en propiedad independientemente del número de victorias. Desde 1917 hasta 1948 no se celebró.  El Real Club Marítimo de Santander recupero la competición en 1949, siendo cedido el trofeo por el Real Club de Regatas. La regata continuó ininterrumpidamente hasta 1971, sufriendo un nuevo parón para volverse a poner en juego en 2008. Otras regatas destacables en su historia superando los paréntesis de la guerras civil y mundial fueron la que unió Brixham con Santander en 1948, al año siguiente la regata Belle-Île-Santander y la que se organizó en 1957 Nueva York-Santander, seguida de otra en 1958 entre Cowes y Santander.
Las embarcaciones mas populares entre los socios del club tras la guerra pasaron a ser la clase Star y Snipe de donde nacieron y se forjaron los futuros campeones del club tanto a nivel mundial como olímpico. Actualmente la mayor actividad en vela ligera corresponde a los barcos Optimist, RS Feva, Láser, 29er y 420, continuando con su clase emblemática Snipe y contando con una importante flota en J80 sin olvidarse de los cruceros.
Tiene importantes regatistas olímpicos en clases como 49er, destacando asimismo los participantes en regatas como la Volvo Ocean Race, en la que se da la vuelta al mundo con escalas en condiciones realmente duras.
Es un club dedicado a la navegación y a la proyección de la vela desde un amplio espectro agrupando a practicantes desde sus primeros pasos en el mundo de la vela hasta la consagración de su carrera deportiva, siendo un impulsor del deporte de la ciudad en particular y de toda la comunidad cántabra en general.