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viernes, 14 de diciembre de 2018

Receta marmita de bonito

La marmita es una olla de metal con tapa, en la que cocinaban antiguamente los marineros que se dedicaban a la pesca del bonito del norte, siendo este plato su dieta principal. En sus orígenes esta receta se realizaba con pan, pero cuando se descubre América, se incorpora la patata a nuestra cocina y se introduce en esta rica elaboración. El plato fue evolucionando, añadiendo el pimiento verde italiano y la cebolla. En la cornisa Cantábrica se cocina con una base principal que se modifica según las costumbres de cada pueblo. Aunque se admiten variaciones siempre son imprescindibles la patata y el bonito. En San Vicente de la Barquera recibe el nombre de sorropotún, esta denominación se ha ido extendiendo al resto de la provincia.
RECETA DE LA MARMITA DE BONITO
Ingredientes para 4 personas:
                                      500 gramos de bonito limpio
                                       4 patatas medianas
                                       1 cebolla roja, puede ser blanca
                                       1 pimiento verde italiano
                                       1 tomate
                                        aceite de oliva virgen extra
                                        pimentón dulce, una cuchara pequeña
                                        1 hoja de laurel
ELABORACIÓN:
1       Picar y pochar la cebolla con el pimiento verde en una cazuela con aceite. Cuando comiencen a dorarse se añade la carne del tomate pelado y sin pepitas. Se puede utilizar una guindilla de Cayena.
2       Se incorporan las patatas escachadas, triscando al cortar, en el refrito, moviéndose durante un rato para que se impregnen de todo el sabor. Se añade agua, cubriendo bien la patata y se deja cocer a fuego medio, durante 15 o 20 minutos. Se incorpora la hora de laurel, el pimentón, sal y pimienta. Se puede apartar la guindilla.
3       Cuando la patata esta cocida, retirar la hoja de laurel, añadir el bonito cortado en dados, un par de minutos más, mover un poco para que espese el caldo y retirar del fuego para que no se reseque el bonito. Se puede espolvorear con perejil.
Se pueden introducir algunos cambios, en vez de agua, utilizar caldo de pescado y sustituir el pimentón por pimiento choricero, con cuatro sería suficiente, que deberían estar en remojo unas horas antes. Si se quiere también se puede añadir un poco de ajo al principio. Se consigue un toque personal incorporando vino blanco a la verdura pochada, dejándolo a fuego fuerte unos segundos para que se evapore el alcohol.
Es un guiso de verano, temporada de pesca del bonito, aunque se puede innovar e introducir otros tipos de pescados. Es una receta sencilla, que no necesita muchos ingredientes, tomándose como plato único.

jueves, 6 de diciembre de 2018

Laredo

Laredo es una villa marinera, capital de comarca en la zona oriental de Cantabria. Enmarcada en una hermosa bahía, teniendo sus límites costeros entre la Atalaya o el Canto de Laredo y el Peñón de Santoña. Entre estos dos peñascos y separando Laredo de Santoña, está la ría del Asón.
Su historia va unida a la de la costa Cantábrica teniendo conocimiento de intercambios comerciales marítimos, antes de Cristo, entre las gentes que vivían en esta región y las de las Islas Británicas, si bien la primera noticia la proporciona, ya en siglo I de nuestra era el geógrafo griego Estrabón. La dominación imperial romana dejó muestras por toda la costa Cántabra, activos puertos conectados con la meseta castellana a través de calzadas romanas. Las invasiones e incursiones bárbaras y vikingas, entre otros, redujeron su actividad marítima pero no su comercio pesquero. Se sabe de un asentamiento de un poblado de pescadores hacia el 757 pero las primeras noticias datan del año 968.
La primera referencia escrita de Laredo se encuentra en el cartulario de 1068 del monasterio de Santa María del Puerto de Santoña. Su importancia histórica da comienzo cuando el rey Alfonso VIII, el 25 de enero de 1200 firma en Belorado, Burgos, el fuero que le otorga amplios privilegios. En este mismo año se le concede jurisdicción propia, nombrándola villa real. Este fuero otorga a Laredo diez kilómetros de costa y diez kilómetros hacia el interior como limites jurisdiccionales. Otros puertos recibieron el mismo tratamiento, Castro Urdiales (1163), Santander (1187) y San Vicente de la Barquera (1210), constituyendo la Hermandad de las Cuatro Villas de la costa de la mar.
Es tal su importancia que marineros laredanos participan en la conquista de Sevilla en 1248, con las quillas de sus tres naves consiguieron romper las defensas formadas por cadenas que impedían el acceso de la flota por el rio Guadalquivir. De ahí que en su escudo Laredo tenga en el centro la Torre del Oro acompañada de tres naves sobre una cadena, enmarcado por una bordura en oro portando las palabras “armas de la noble y leal villa de Laredo”. El escudo esta timbrado con la corona real española.
En 1254 se construye la muralla que resguarda en su interior la seis rúas o calles de la villa, que hoy forman la Puebla Vieja. Están situadas a los pies de la iglesia de Santa María de la Asunción, en la dirección norte-sur son rúa mayor, san Marcial y Santa María y en la dirección este-oeste, san Martín, la rúa de en medio y la rúa de Ruayusera o de abajo. Este conjunto contiene en sus límites valiosas joyas tanto escultóricas, pictóricas como arquitectónicas. La muralla tenia doce puertas, destacando un torreón alzado detrás del convento de San Francisco. La puerta principal de acceso a la villa era la de Bilbao o de San Lorenzo.
El siglo XIV no fue una buena época para Laredo, sufrió un terrible incendio que asoló la villa y en 1348 la peste diezma su población. A pesar de todo si se consiguieron dos cosas muy importantes, la libertad de pescar y salar, concedido por Alfonso XI y Enrique III eximió a los pescadores de Laredo del pago de tasas.
En el siglo XV los marinos de las Cuatro Villas fueron el emblema del poder naval y mercantil del reino de Castilla, como principales puertos de exportación de las lanas castellanas hacia el norte y de los productos manufacturados y paños que desde Flandes, Francia e Inglaterra traían en sus viajes de vuelta.
Ya al final de la edad media tiene 2000 vecinos y resurge con una época dorada respaldada por los reyes católicos. Destaca en 1496 la estancia de Isabel la católica que despide en el puerto a su hija Juana de Castilla camino de Flandes para casarse con el archiduque de Austria, Felipe el hermoso. Este mismo año Isabel escribe desde Laredo a Colón y recibe en audiencia al marino Juan de la Cosa, que participará en el descubrimiento de América.
Un hecho relevante para eventos desarrollados posteriormente en la villa fue el desembarco en 1556 del emperador Carlos V, en su último viaje de camino al monasterio de Yuste, Cáceres, donde murió el 21 de septiembre de 1558.
En 1629 la villa es nombrada capital del corregimiento de las Cuatro Villas de la mar lo que la convierte en el concejo mas importante y extenso del territorio a pesar de lo cual los siguientes años no fueron brillantes, pues padeció pestes, incendios y saqueos como el que llevo a cabo la armada francesa en 1639, todo esto empobreció la villa.
Hasta la segunda mitad del siglo XVIII no volvió a resurgir el comercio marítimo en Cantabria, como dinamizador de su economía y a partir de aquí no se repartió entre los cuatro puertos principales como hasta entonces si no que se polarizó hacia Santander.
EL precio que pagó Cantabria por su aportación a la construcción de galeones fue una atroz deforestación consecuencia de la tala de sus robles. Árboles que servían bien para los navíos o para carbón de madera empleado en la fundición de cañones.
El rey Alfonso XII visita Laredo en 1882 y la reina regente María Cristina concede el tratamiento de excelencia al ayuntamiento en 1894.
En la segunda mitad del siglo XIX la instalación de fábricas de conservas y salazones provocan el despegue de la villa. El número de visitantes crece con fuerza y cambiará toda su economía y aspecto urbano. En 1876 se produce la urbanización de amplias zonas del entorno del casco medieval e inicio de las obras del puerto pesquero. A finales del siglo XIX comienza a resurgir debido al crecimiento urbano fuera de la villa medieval, Puebla Vieja, declarada conjunto histórico artístico en 1970.
El verdadero empuje vino de la mano del turismo que se desarrollo sobre todo en los años sesenta del siglo XX, bautizando a este municipio como capital de la costa esmeralda. Es destacable que la población permanente es de 12.591 habitantes llegando en la época estival a los 30.000, sin embargo, en un periodo de veinte años, según el instituto cántabro de estadística, está previsto que la población de Laredo disminuya un veintiséis por ciento.
Conserva un patrimonio arquitectónico destacable, iglesias románicas del siglo XII como San Martín y la Ermita del Espíritu Santo. La iglesia de Santa María de la Asunción de estilo gótico, en su ábside de la nave de Belén alberga la obra policromada del arte flamenco más importante de la región, el Convento de San Francisco, Santa Catalina, la Torre de los Capuchinos, la del corregimiento, la Casa Zarauz y el Ayuntamiento, del siglo XVII, de dos plantas con arcos de piedra de sillería. Fuera del recinto amurallado cuenta con un rico patrimonio civil, Casa de las Cuatro Témporas, Palacio de Carasa o las Escuelas del Dr Velasco entre otros.
Laredo cuenta con cuatro playas, la principal y más extensa pues cuenta con casi cinco kilómetros de fina arena, enclavada en el casco urbano, es la playa de Salvé. En longitud le sigue la playa El Regatón, semiurbana, dentro del parque natural de las marismas de Santoña, Victoria y Joyel, extendiéndose en la margen de la desembocadura del rio Asón, de tres kilómetros, con una anchura de cuarenta metros. Tiene en este entorno otra playa llamada El Aila, por su forma en punta, es el cierre de La Salvé en un extremo y El Regatón por el otro, son cincuenta metros de formación dunar, excepcional para la práctica de deportes como el wind-surf y el kite-surf. Por último cabe mencionar la playa de La Soledad, pedregosa, se abre entre acantilados, se encuentra únida al casco urbano mediante un túnel escarbado bajo el monte de la Atalaya, aquí se abren unas vistas espectaculares al mar Cantábrico, azotado por fuertes vientos y oleaje.
Una singularidad que destaca en el paisaje del municipio es La Atalaya, cabo situado al norte de la Puebla Vieja, es un cono de cenizas volcánico perteneciente a los Pirineos que se formó durante el triásico superior. Es bien de interés cultural, aquí están enclavados los restos del Fuerte del Rastrillar.
Tiene una dársena deportiva de ciento veintiséis mil metros cuadrados con ochocientos cincuenta y siete atraques junto al puerto pesquero, situados en una zona accesible con todos los servicios en el casco urbano.
Se celebran fiestas muy singulares a lo largo del año, entre ellas La Batalla de Flores, nace en 1908, se celebra el último viernes de agosto, de interés turístico nacional, las flores empleadas para engalanar las carrozas son dalia, clavel, clavelón chino y margarita teñida. Se representan personajes y temas de actualidad o representativos del momento, al final del día de realiza un desfile donde se valora la composición, armonía, calidad y técnicas de colocación de las flores. Este año participaban quince carrozas, ocho grandes y siete pequeñas necesitando cada una entre 150.000 a 200.000 flores para sus proyectos. Desde el año 2000 se celebra por todo lo alto la conmemoración del último desembarco del emperador Carlos V en la playa Salvé en 1556, se realiza el tercer o cuarto jueves de septiembre, es fiesta de interés turístico regional. Como buena villa marinera también celebra el dieciséis de Julio, El Carmen y el once de noviembre San Martín, patrono de la cofradía de pescadores. El dieciséis de agosto es la festividad de San Roque, día de la marmita, unas cien cuadrillas concursan para demostrar quien hace el guiso de bonito más rico. Como colofón de festejos el quince de agosto es el día de la patrona de Laredo Santa María de la Asunción.
Los laredanos o pejinos disfrutan de todas las bondades de vivir en un lugar de Cantabria privilegiado por sus arenales, por su ubicación, la afluencia nacional e internacional de su turismo y por toda su dilatada e interesante historia.




Skyline de Santander



©Yolanda Moles
                                                                                                                                                                Hemos recorrido el skyline de Santander, para continuar ahora nuestro camino por Cantabria, siguiendo el cuento de Tin el coche viajero.

domingo, 25 de noviembre de 2018

Faro de Cabo Mayor

El faro de Cabo Mayor o faro de Bellavista está situado en la zona norte de la ciudad de Santander. Se levanta sobre los acantilados de cara al mar cantábrico, obedeciendo su origen a la solicitud que unos comerciantes hicieron a las autoridades considerando imprescindible su construcción para el desarrollo del puerto. Hasta entonces en ese mismo enclave existía un atalayón desde el que se hacían señales a los barcos tanto de día, con banderas, como de noche, con fuego.
La primera tentativa de construcción del faro fue en 1778 cuando el ingeniero de la marina Joaquín Ibarguen presento su proyecto, pero fue en 1833 cuando se aprobó la idea definitiva siendo inaugurado el 15 de agosto de 1839. El diseño finalmente desarrollado fue del capitán de navío Felipe Bauzá con la aportación de Domingo Rojí. La obra tuvo un coste de 460.000 reales.
La torre del faro es cilíndrica, materializada en piedra de sillería con una altura focal de noventa y un metros desde el nivel del mar y treinta metros sobre el terreno, se asienta sobre un tambor octogonal que en principio fue la casa del farero, acompañado todo el conjunto por unos edificios donde se alojaban los técnicos de señales marítimas y también disponían de zona de servicio del propio faro. Fue sobre todo la incorporación de grupos electrógenos, sirena de niebla y otros equipos técnicos lo que llevo en 1935 a la ampliación. En sus inicios el primer foco luminoso era un mechero de aceite con tres mechas que proyectaban un cono de luz de tres pulgadas de base y dos de altura, moviéndose este ingenio por un sistema de pesas. Su equipo óptico estaba formado por ocho lentes, cien espejos superiores y sesenta inferiores que concentraban el haz de luz por reflexión. Era un sistema de lente Fresnel que daba una luz fija con un destello cada minuto, cuya construcción fue realizada en París.
En 1877 pasó a utilizar como combustible aceite mineral, siendo el primer faro en España en incorporar este sistema. En 1913 se instaló una lampara de vapor de petróleo que mejoro el alcance y en 1920 se incorporó al faro el aparato óptico que funciona hasta nuestros días ininterrumpidamente, salvando incluso el percance que sufrió el 23 de febrero de 1982, cuando un rayo rompió todos los cristales de la linterna dejando fuera de servicio el sistema de rotación y el reloj encargado de los destellos, tuvo que utilizarse el trabajo de tres fareros para poder seguir realizando sus funciones. Este sistema de marca francesa era bivalvo, de paneles catadriópticos, que ha conocido hasta ahora tres focos luminosos diferentes, tres sistemas de rotación y dos sistemas de sustentación. A partir de 1935 ya funcionaba con electricidad.
En la actualidad el faro emite una luz blanca con un alcance de dos millas en intervalos de diez segundos, con una señal acústica que emite la letra ''M'' con dos pitidos largos cada cuarenta segundos.
El faro está deshabitado desde el año 2001, por lo que todas sus instalaciones dedicadas anteriormente a vivienda y anexos se convirtieron tras una rehabilitación en un Centro de Arte en la que se muestra la colección Sanz-Villar. Esta familia de pintores ha depositado una vasta colección de más de dos mil piezas de temática siempre asociada a los faros y el mar. Se puede visitar también una pequeña colección de piezas relacionadas con el mundo náutico.
Desde este mismo lugar parten unas sendas costeras con itinerarios que permiten disfrutar de este privilegiado paisaje.













domingo, 18 de noviembre de 2018

Palacio de la Magdalena

Situado en la ciudad de Santander entre abruptos acantilados y hermosas playas, rodeado de un amplio parque, en el que encontraremos una extensa muestra de árboles y plantas, tilos cedros, palmeras con el pino como variedad más abundante. Este singular enclave está ubicado en la parte mas elevada de la Península de la Magdalena que con una extensión de 25 hectáreas proporciona varios caminos para pasear y disfrutar unas vistas inigualables. Por la vertiente sur la bahía exhibe sus playas de la Magdalena y de Bikini y por la vertiente norte la vista del faro de Cabo Mayor y el abra del Sardinero, sin despreciar la panorámica de la ciudad desde la parte oeste y la visión del mar Cantábrico con la isla de Mouro a la entrada de la singular bahía.
 Su historia comienza cuando en 1904 el Ayuntamiento recupera al Estado en usufructo la Península.
 El 23 de abril de 1908 el consistorio decidió ceder al rey Alfonso XIII el terreno de la Península de la Magdalena no por casualidad si no porque el rey había manifestado en varias de sus visitas a la ciudad que aquel lugar era “una maravilla”. El ayuntamiento vio así la oportunidad de situar la ciudad como destino de veraneo de la aristocracia, la pujante burguesía y todas aquellas personas con posibles que huyendo de una Europa en guerra buscaban una ciudad balneario tranquila y sin sobresaltos.
Comienzan las obras en 1909 bajo la dirección de los arquitectos cántabros Javier González Riancho y Gonzalo Bringas, tras una suscripción popular para la ejecución del proyecto, siendo de importante consideración la aportación económica que hizo Ramón Pelayo de la Torriente, futuro Marqués de Valdecilla. El presupuesto inicial era de 700.000 pesetas de la época. El edificio de estilo ecléctico con gran influencia de la arquitectura inglesa y francesa, construido con piedra de mampostería procedente del barrio de Cueto en la ciudad, con cubierta de pizarra. Presenta una planta rectangular de 91 metros de largo por 21 metros de ancho, con un cuerpo saliente hacia el norte de 20 metros de lado. Consta de sótano, planta baja, planta principal, ático y desván. Dispone de dos entradas principales, una norte con pórtico y otra en la zona sur con escalinata de dobles tramos. La fachada alterna los sillares de piedra en esquinas y vanos, con el sillarejo en los muros. Sus diferentes alturas se separan por impostas horizontales. En alzado las fachadas son asimétricas, abundando entrantes y salientes que dan la sensación de varios cuerpos independientes. Destacan los dos torreones poligonales en la fachada principal. Los tejados no guardan la misma altura y su vertiente es mas acusada que los de la zona, asemejándose a los ingleses, lo mismo que ocurre con los dos niveles de las buhardillas.
En 1911 se terminan las obras y en 1912 el ministerio de la guerra entregó definitivamente al ayuntamiento los terrenos y edificios de la Magdalena. El cuatro de septiembre de ese mismo año la Reina entro por primera vez en su Palacio y el día siete se procedió a la entrega solemne de las llaves al rey.
El cuatro de agosto de 1913 comenzaron los reyes sus veraneos en Santander ininterrumpidamente hasta 1930. Fue la reina Victoria Eugenia quien disfruto especialmente de este entorno que le evocaba recuerdos de su añorada isla de Wight.
Forman también parte del conjunto las Caballerizas Reales construidas en 1918, en la parte baja de la península, dentro de un claro estilo inglés, dada la gran afición de los reyes por los caballos y más concretamente por la equitación. Junto a las caballerizas se encuentra el Paraninfo, espacio dedicado a la celebración de diversos actos académicos y culturales. Fue construido en los años treinta por González de Riancho en un estilo racionalista que contrastaba con el estilo de las Caballerizas.
Con la llegada de la II República, el nuevo gobierno incautó los bienes de la familia real y con ellos el Palacio y la Península. Destacar que este Palacio es desde 1933 la sede, en un principio  de la llamada Universidad internacional de verano refundada en 1946 como Universidad Internacional Menéndez Pelayo, donde se imparten cursos en la época estival de materias muy variadas y atractivas, tanto por el profesorado que imparte estas clases como por las temáticas que representan lo más puntero, tanto a nivel nacional como internacional.
Después de los años de la República ya en 1939 y tras un periodo en el cual el palacio y sus edificios anexos fueron utilizados para fines bélicos, llego un periodo de abandono.
En 1941 sirvió como refugio para la gente que había quedado sin hogar tras un incendio que asoló la ciudad. Desde este año fue propiedad de Don Juan de Borbón, hijo de Alfonso XIII y Conde de Barcelona, hasta 1977 cuando fue adquirido por el Ayuntamiento por ciento cincuenta millones de pesetas, novecientos tres mil euros de hoy. Don Juan, puso algunas condiciones para su venta y entre ellas destaca la reserva de habitaciones para las estancias de  los futuros reyes de España .Los enseres que quedaron en el palacio se dejaron en depósito, cuadros , lámparas, muebles, estado en el que se encuentran actualmente. Desde entonces los ciudadanos podemos disfrutar de todo el entorno.
Los años de abandono desembocaron en una rehabilitación que se realizo desde la presentación del proyecto en 1990 hasta la finalización en 1995. Se restauró tanto las dependencias históricas, vestíbulo, comedor, salón de la reina, salón de música, biblioteca y en general todo lo que necesitaba una adecuación a la normativa de seguridad requerida para los salones convertidos en aulas, dormitorios, para el desarrollo de una actividad con gran afluencia de personas. De todas las dependencias, fue el sótano en la que más reformas se realizaron. Los arquitectos encargados de las obras fueron Luis de la Fuente Salvador y Juan Manuel Echevarría.
Además del Palacio también se puede disfrutar en la visita de un pequeño zoo, de un parque infantil y podemos contemplar un pedazo de historia viendo la balsa con la que atravesó el Pacifico y los tres galeones con los que cruzó el Atlántico, el navegante cántabro Vital Alsar.
Declarado bien de interés cultural en 1982, en la actualidad el Palacio es sede de congresos y reuniones, en verano se continúan desarrollando los cursos de la Universidad Menéndez Pelayo. Presenta una zona museística que puede visitarse y existe la posibilidad de celebrar bodas civiles.





















domingo, 11 de noviembre de 2018

Palacio de Festivales

Es un edificio multidisciplinar situado frente a la bahía de Santander, en el centro de la ciudad.
Sus amplias instalaciones permiten realizar una amplia programación artística, teatro, cine, música, danza y también abarcar la celebración de convenciones, congresos y juntas de empresas, tanto a nivel nacional como internacional.
El edificio nace para dar respuesta al crecimiento de lo que fue en su origen el Festival Internacional de Santander que se llevaba a cabo en la Plaza Portica de la ciudad desde 1952. Hoy este festival sigue siendo el motor de la programación del palacio, pero su actividad ha crecido tanto en la duración, pues ya no se circunscribe solo al verano, sino que se desarrolla su actividad durante todo el año, como en la inclusión de todo tipo de disciplinas artísticas. Hay que mencionar durante la época estival dos hechos destacables, el concurso internacional de piano Paloma O´Shea y el encuentro de música y academia de la Escuela Reina Sofia.
La obra otorgada tras un concurso, en el año 1984, al arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oíza, está enmarcada dentro del estilo racionalista y su construcción se realizó en dos fases, la primera en 1985 y la segunda en 1987 finalizando en 1991. Tuvieron importancia relevante en la obra, Francisco Javier Sáenz Guerra como colaborador y los ingenieros de caminos Juan José Arenas, Marcos Pantaleón y Carlos Alonso encargados de la parte estructural de la obra.
Los materiales que predominan son el mármol y el cobre. Destacan cuatro torres en las esquinas del edificio que delimitan las grandes vigas de canto que salvan la luz principal de la sala mayor. La cubierta está plagada de tragaluces que permiten iluminar el interior de forma natural. Tiene dos zonas de acceso, una por la cara sur, Gamazo, realizando los asistentes su entrada por debajo del escenario y otra por la parte más alta, orientada al norte, la calle de Reina Victoria. Su entrada principal, inspirada en los teatros griegos aúna en conjunto con el edificio modernidad y tradición.
Esta construido sobre los terrenos que ocupaba un antiguo astillero y se utiliza la pendiente natural del terreno para apoyar a la manera clásica griega una de sus salas, en este caso la sala Argenta, con 1600 metros cuadrados, con capacidad para 1583 personas que cuenta entre otros avances con aire acondicionado incorporado en las butacas, estudio de televisión, servicio de traducción simultánea, reverberación acústica variable y un foso para la orquesta donde se pueden ubicar 130 músicos. Entre otras características, destaca su escenario de 580 metros cuadrados con cuatro plataformas, dos de ellas giratorias. Su iluminación y sonido son excelentes. Esta sala cuenta con un detalle especial en el fondo de su escenario, se trata de un enorme trapecio acristalado encajado en la fachada principal, en la cara sur del edificio, que llevaría a los espectadores a presenciar una preciosa vista de la bahía desde la platea. Esta pieza tan singular pocas veces se ha podido usar en las representaciones.
Otra de sus salas, Pereda de 450 metros cuadrados de superficie, tiene capacidad para 570 espectadores, foso para 40 músicos, servicios de traducción simultánea, escenario de 250 metros cuadrados y cinco plataformas hidráulicas. Destaca en el techo un mural realizado por el pintor José Ramón Sánchez. Está situada por debajo de la cota de la calzada.
Ambas se pueden utilizar para proyección y retroproyección de imagen, tanto cine como video y diapositivas. Disponen de un amplio número de camerinos.

La sala más pequeña es la llamada Griega de 450 metros cuadrados, preparada para acoger a 150 personas aproximadamente, inspirada en un anfiteatro griego. Se sitúa bajo el escenario de la sala Argenta.
Mencionar también la sala Ebro, moderna y funcional para 150 personas.
Cuenta en su interior con zona de exposiciones, salas de reuniones, despachos y cafetería.
Se inauguró con el estreno en España del oratorio Joshua de Händel.
Son 25.000 metros cuadrados dedicados a fomentar y ampliar el desarrollo artístico de la región en la que también se realizan actividades docentes y pedagógicas contando con una escuela de artes escénicas.


































domingo, 4 de noviembre de 2018

Real Club Marítimo de Santander


Es uno de los clubes náuticos más importantes de España y cuenta con una dilatada trayectoria en regatas, así como un amplio palmarés deportivo.
El club nace como escisión del Real Club de Regatas, club creado en 1870 por comerciantes, navieros y consignatarios de la ciudad que se reunían para debatir ideas derivadas de sus travesías a Astillero y a la ría de Cubas. Su fundación se lleva a cabo el 13 de octubre de 1927 con el apoyo del rey Alfonso XIII, presidente de honor del club.
El edificio actual donde tiene su sede social está en Puertochico. Su historia corre paralela a los avatares del país, pues en 1932 este club sufre un saqueo e incendio a manos de unos manifestantes que le llevan a su destrucción. En enero de 1934 siendo presidente del club D. Juan José Quijano se comenzó la tarea de proyectar un nuevo edificio social sobre la base de aquel casetón de madera destruido, que desde 1912 había servido para el desarrollo de la actividad del Club de Regatas. A mediados de julio de 1938 se inaugura el club definitivo. Cabe mencionar asimismo el atentado sufrido en octubre de 1987 que dañó seriamente el edificio, siendo restaurado respetando su estilo original.
El arquitecto escogido para llevar adelante tan importante proyecto fue D. Gonzalo Bringas en colaboración con el ingeniero de la junta del puerto D. Luis Derqui. El nuevo y actual edificio es una edificación de hormigón armado de dos plantas de estilo racionalista sustentado sobre 40 pilotes anclados a 18 metros de profundidad, esta unido al muelle por una pasarela, el volumen se sitúa sobre lamina de agua de manera exenta. Estilísticamente destaca por la simplificación de sus fachadas de un color blanco predominante. Se puede decir que se produce una clara adecuación de los medios a las necesidades reales, con una clara proyección técnica de la nueva arquitectura, añadiendo en este caso la similitud conseguida del edificio con un gran barco atracado en el céntrico muelle santanderino. En su interior incluye salones sociales, oficinas, archivo, restaurante, pañoles y vestuarios. En la dársena adyacente de Puertochico el club dispone de amarres y también cuenta con espacios para embarcaciones de vela ligera, especialmente en la duna de Zaera, donde desarrolla su actividad la escuela de vela del club.
En cuanto a su actividad deportiva ya en 1928 organizó la regata Nueva York-Santander lo que constituyó su inicio en el mundo de las regatas. Un trofeo destacable de este club es la Copa Gallo debido a su antigüedad y tradición. Este trofeo tuvo sus orígenes en la Copuca de 1893 organizada por el Real Club de Regatas, en un principio el barco que lo ganaba tres veces se hacia con el trofeo, consiguiéndolo en 1899 el balandro Lin, así en 1900 surgió la mencionada copa Gallo, copa de plata en la que se inscribe el nombre de los ganadores pero ya no seria de nadie en propiedad independientemente del número de victorias. Desde 1917 hasta 1948 no se celebró.  El Real Club Marítimo de Santander recupero la competición en 1949, siendo cedido el trofeo por el Real Club de Regatas. La regata continuó ininterrumpidamente hasta 1971, sufriendo un nuevo parón para volverse a poner en juego en 2008. Otras regatas destacables en su historia superando los paréntesis de la guerras civil y mundial fueron la que unió Brixham con Santander en 1948, al año siguiente la regata Belle-Île-Santander y la que se organizó en 1957 Nueva York-Santander, seguida de otra en 1958 entre Cowes y Santander.
Las embarcaciones mas populares entre los socios del club tras la guerra pasaron a ser la clase Star y Snipe de donde nacieron y se forjaron los futuros campeones del club tanto a nivel mundial como olímpico. Actualmente la mayor actividad en vela ligera corresponde a los barcos Optimist, RS Feva, Láser, 29er y 420, continuando con su clase emblemática Snipe y contando con una importante flota en J80 sin olvidarse de los cruceros.
Tiene importantes regatistas olímpicos en clases como 49er, destacando asimismo los participantes en regatas como la Volvo Ocean Race, en la que se da la vuelta al mundo con escalas en condiciones realmente duras.
Es un club dedicado a la navegación y a la proyección de la vela desde un amplio espectro agrupando a practicantes desde sus primeros pasos en el mundo de la vela hasta la consagración de su carrera deportiva, siendo un impulsor del deporte de la ciudad en particular y de toda la comunidad cántabra en general.





viernes, 26 de octubre de 2018

La grúa de piedra

Situada en el paseo marítimo de Santander más concretamente en el muelle llamado de Maura o de la monja, se utilizaba para carga y descarga de los barcos mercantes que atracaban junto a ella, con la facilidad en un principio de tener unas vías de tren que atravesaban la ciudad y aseguraban un trasporte rápido de las mercancías. La junta de obras del puerto, hoy Autoridad Portuaria, encargó en 1896 a los arquitectos F.V Sheldon y Otto Gerdtzen su diseño y construcción, inaugurándose el 17 de mayo de 1900 y prestando servicio al puerto hasta finales del siglo XX; ya en 1990, cuando cesa su servicio, la actividad era ya muy reducida, pues la mayoría de las actividades marítimas comerciales se habían trasladado al puerto de Raos.
La estructura de acero de la mejor calidad de la época está apoyada sobre una base de piedra de sillería, procedente de los antiguos muelles históricos de la Ribera, de aquí el origen de su nombre. Inicialmente estaba anclada al lecho marino.
Hasta que la grúa entró en servicio sólo se podían realizar trabajos en el puerto con cargas de 8 toneladas. Por ello, el resto de los barcos se iban a puertos cercanos de la costa Cantábrica como el de Bilbao.
La grúa se alza 14 metros sobre el piso del muelle y el cable permite elevar cargas desde 23 metros, suficiente para realizar trabajos incluso en la bajamar con las mareas más vivas. Su radio de acción es de 11 metros. El peso total sin contar su base es de 48 toneladas, a lo que debemos añadir el contrapeso en su parte trasera, que con un peso de 34 toneladas permite contrarrestar la tensión de las cargas mas voluminosas.
Era capaz de mover con seguridad cargas de hasta 30 toneladas, aunque en la prueba de carga llegó a levantar 36 sin dificultad. En el caso de tratarse de pesos de menos de 10 toneladas, contaba con un mecanismo manual que a pleno esfuerzo necesitaba la fuerza de 6 hombres para mover la mercancía, en cambio sin carga 2 hombres eran suficientes para accionarla.
Estaba propulsada por una máquina de vapor que con el tiempo fue sustituida por un motor eléctrico. Los costes de fabricación fueron de 74.820 pesetas, que en aquellos tiempos ya era una cantidad considerable de dinero, y para hacernos una idea si lo trasladamos a precios de la actualidad equivaldría a más de un millón de euros. Ese precio final se dividía en 70.500 pesetas de la grúa de vapor y 4.320 para el mecanismo de acción manual.
El 16 de febrero de 2016 se desprendieron los contrapesos y la estructura tuvo que ser desmantelada para su reparación. La cabina, la base y los engranajes se arreglaron en su ubicación original y el brazo, cable de elevación de carga, los contrapesos y otros elementos metálicos fueron trasladados a unos talleres. La rehabilitación tuvo un coste de 151.494,42 euros bajo la dirección del arquitecto Francisco Rebollo Calvo y la empresa Calvo Construcciones y Montajes S.L.
El 9 de junio de 2017, tras casi 16 meses desmantelada, fue reinaugurada con un aspecto renovado. La grúa de Piedra sigue siendo en la actualidad una pieza emblemática de la ciudad.

Cuadro de la grúa de piedra antes de su reforma.









Imagen de la grúa de piedra en la actualidad.


lunes, 22 de octubre de 2018

Centro Botín Santander

Es un espacio dedicado al arte, la música, el teatro, el cine y al desarrollo de diferentes actividades culturales, destinado a un amplio público, con talleres y clases adecuadas para todas las edades.

La promoción y posterior desarrollo del centro la lleva a cabo la Fundación Botín que eligió encargar su diseño y construcción a Renzo Piano, arquitecto italiano con obras en casi todo el mundo, entre ellos la torre Sharp en Londres, el edificio del New York Times en Manhattan o el Palacio de justicia en Paris, pero sobre todos hay que destacar el centro Pompidou de Paris con el que comenzó su andadura, ganando en 1992 el premio Pritzker de arquitectura. Su estudio RPBW, siglas de Renzo Piano Building Workshop trabajó en este proyecto junto a Luis Vidal+arquitectos.

El edificio está situado en un lugar privilegiado, en el centro de la ciudad, más concretamente en el muelle de Albareda teniendo de limite por un lado los jardines de Pereda y por el otro el mar, enmarcado en su preciosa bahía.

La estructura destaca por su ligereza basada en el acero y el cristal que le dota de gran luminosidad. El voladizo sobre el mar se eleva cuatro metros sobre soportes de acero, la misma altura que las ramas de los arboles de los jardines. A partir de ahí los volúmenes del edificio alcanzan los veintidós metros, igual que las copas de los árboles. La elevación permite contemplar en profundidad el paisaje y seguir disfrutando de las vistas de la bahía.

El Centro tiene en su conjunto una superficie construida de 8.739 metros cuadrados, repartidos en dos volúmenes de formas redondeadas, este y oeste, unidos entre sí por una pasarela que crea una plaza pública en el primer nivel denominada Pachinko. Situada a 7 metros de altura, su objetivo es distribuir el flujo de visitantes y sobre todo de servir de punto de encuentro y de reunión, su nombre se debe a una máquina de pinball japonesa. Aquí el arquitecto hace una evocación a su obra del Centro Pompidou donde una plaza anexa al edificio es un referente para los parisinos.

El acceso oeste esta dedicado a las exposiciones de arte con dos salas en dos niveles que suman 2.500 metros cuadrados, con una altura de 5 metros cada una. Las salas son completamente diáfanas, lo que permite modular el espacio para adecuarlo a las condiciones de cada muestra artística. La planta superior se ilumina de forma cenital mediante un techo de vidrio que consta de cuatro capas; un nivel exterior compuesto por pequeñas tablillas de vidrio serigrafiado que evitan que la luz entre directamente en la galería, una segunda capa de doble acristalamiento que sella la galería, una tercera capa que consta de pequeñas persianas de aluminio controladas automáticamente y por último bajo las vigas principales una tela semi-transparente que crea un espacio uniforme y difunde la luz, revelando la compleja estructura del techo. En la fachada lateral de esta parte del edificio orientada al oeste del parque hay instalada una pantalla para proyecciones al aire libre que cuenta además con un anfiteatro utilizado como cine, teatro o conciertos. En la planta baja con una fachada totalmente transparente dispone de una cafetería-restaurante, un área comercial y otra zona de información.

El módulo situado al este, dedicado a las actividades culturales y formativas cuenta con un auditorio con capacidad para 300 personas de 255 metros cuadrados y 7,5 metros de altura en dos niveles, donde se realizan actuaciones musicales, teatrales o conferencias con un escenario que permite contemplar en su fondo el paso de los barcos por la bahía. En esta parte también se realizan talleres educativos en espacios diseñados con la máxima flexibilidad para adaptarse a múltiples actividades. En la cubierta superior hay una terraza desde la que se tienen unas vistas panorámicas únicas de 360 grados de todo el entorno. Bajo el vientre de esta parte del edificio queda una zona cubierta al aire libre que hace también las funciones de plaza.

Destaca la fachada cubierta por 280.000 piezas de cerámica que captan la luz del mar y del cielo convirtiéndola en un reflejo iridiscente. Es interesante explorar el centro y acercarse a su trampolín de 9 metros de largo que sobrevuela el cantil en voladizo sobre el mar y permite a los visitantes contemplar la bahía desde un lugar privilegiado.

Los trabajos de construcción del Centro Botín se desarrollaron desde el año 2010 hasta el 2017 inaugurándose el 23 de junio de ese mismo año y para ello se llevo a cabo la remodelación de los Jardines de Pereda. Los jardines han duplicado su extensión, de 20.000 a cerca de 48.000 metros cuadrados y triplicado su superficie verde de 7.003 a 20.056 metros cuadrado. El proyecto es obra del paisajista Fernando Garuncho en colaboración con el estudio RPBW. Ha trasplantado castaños, magnolios, sicomoros, plantado entre otras glicinias que adornan el estanque y pintado el pavimento de un azul celeste que el paisajista señala como azul Patinir haciendo referencia al pintor flamenco del siglo XVI conocido por el uso de un extraordinario color azul en sus paisajes, así estos senderos de color sirven para fundir todo el paisaje. Para conseguir esa ampliación de los jardines se soterró el antiguo vial por el que circulaban más de trece millones de vehículos al año eliminando inseguridad y contaminación. El túnel adecuado al tráfico se inauguró en junio de 2014, tiene una longitud de 219 metros, permitiendo la conexión peatonal de los muelles de Maura y Albareda con los Jardines de Pereda y el casco urbano de Santander. Este túnel no estaba previsto en el proyecto original pues el arquitecto consideraba que era bueno para el centro el paso de un elevado número de gente que se acercaba en coche a esa parte de la ciudad pero al final acertó como quería la fundación, que era mejor eliminar el tráfico y conseguir la llegada de los visitantes por una zona amplia, tranquila y ajardinada que permite admirar el edificio en todo su conjunto.

En los jardines y cercano a la entrada principal, Cristina Iglesias, Premio Nacional de artes plásticas ha realizado una intervención creando cinco bajorrelieves en piedra gris, que encierran motivos orgánicos tallados en acero fundido, son cuatro pozos y un estanque en los que fluye el agua hacia el mar a distintos ritmos entre ellos. Los pozos simbolizan algas y fondos marinos que en algún momento de la historia podían haber estado en ese mismo lugar pues siglos atrás el mar cubría esa zona y se adentraba hasta lo que ahora es la primera línea de casas de la ciudad. Dos robles plantados en este entorno culminan el paisaje de entrada al centro.

El Centro Botín es un nuevo lugar de encuentro en el corazón de la ciudad, consiguiendo situar a Santander en el foco de la cultura mundial.


















domingo, 14 de octubre de 2018

El Palacete del embarcadero. Santander

Edificio situado en el muelle de Calderón junto al Paseo de Pereda y sus jardines, sobre una plataforma ganada al mar. Su silueta es hoy el logotipo de la Autoridad Portuaria de Santander quien es en la actualidad su propietaria.
Con pórtico hacia el mar y torrecillas angulares es un edificio proyectado en 1920, los trabajos culminaron en 1931 pero la liquidación y entrega no se hizo hasta 1932.
En 1920 el Ingeniero del puerto de Santander, Gabriel Huidobro de la Cuesta proyectó un embarcadero para pasajeros. En 1931 el ingeniero de obras públicas Aníbal González de Riancho por quien están firmados los planos, toma el relevo en la redacción y ejecución, este le pide a su hermano Javier en ese momento ingeniero de obras del puerto de Santander que le ayude en este proyecto y el resultado es la reforma por la cual este edificio vendría a sustituir al anterior Pabellón-Embarcadero de pasajeros existente en el mismo muelle.
En 1940 se reconstruye la cubierta que era de madera por una losa nervada de hormigón armado, dejando como nota de color su bonito tejado de detalles azules.
Así durante su historia funcionó como estación de pasajeros, cuartel de la Policía Armada y desde su reinauguración tras una reforma realizada por los arquitectos Estanislao Pérez Pita y Jerónimo Junquera en 1985 sirve como espacio de exposiciones y conferencias promovidas por la Autoridad Portuaria.
En 2005 se lleva a cabo la última de las obras por el arquitecto Luis Castillo, para adaptarlo a todas las nuevas medidas de seguridad e incorporando sobre todo nuevas tecnologías.
Son ya más de 30 años de historia cultural donde se han desarrollado unas 300 actuaciones entre exposiciones y actividades que reciben la visita de 50.000 personas al año.